2º Domingo de Cuaresma 2017

Publicado: March 11, 2017

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante una Misa de clausura del 2º Congreso Católico de la Escuela de Evangelización de San Andrés en la Academia Pulaski en Little Rock el sábado, 11 de marzo, 2017.


Obispo Taylor

Ustedes y yo estamos más allegados a algunas personas que a otras. Tenemos conocidos, amigos y seres queridos. Compartimos algunas cosas con todos y cosas más personales con nuestros amigos pero reservamos nuestros momentos más íntimos para aquellos que nos conocen mejor y que podrán entender mejor cuando algo inesperado o preocupante ocurre en nuestras vidas.

Jesús estaba más allegado a tres de sus seguidores que a los demás. Él tenía muchos discípulos, un grupo de 12 hombres que después fueron llamados apóstoles y luego Pedro, Santiago y Juan.

Él compartió algunas cosas con todos sus seguidores y cosas más personales con los 12 — por ejemplo la Última Cena, pero reservó sus momentos más íntimos para sus tres mejores amigos: sus momentos más gloriosos como su Transfiguración en el Evangelio de hoy, y sus momentos más dolorosos, como la Agonía en el Huerto.

Y es entonces que comenzará a hacer sentido: la identidad gloriosa de Jesús como el Hijo de Dios que nos salvará a través de su muerte no tan gloriosa … lo cual ellos no están muy listos para comprender aún … lo cual es porqué, mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos”.

Ellos conocían mejor a Jesús y el precio que él estaba pagando para cumplir la voluntad de su Padre. Ellos sabían quién era él por dentro — su valentía, sus miedos — lo cual hará el abandono de Jesús por Pedro y Santiago particularmente doloroso. Pero Juan sí permaneció con él en todo momento hasta el final y así que fue el único apóstol que murió de causas naturales.

¿Por qué? Tal vez porque él ya había vivido un tipo de martirio — martirio espiritual — arriesgando su vida para permanecer con Jesús al pie de su cruz. Pedro y Santiago murieron por Cristo después — abrazando la cruz que antes habían tratado de evitar.

Ese es el mensaje fundamental de la Transfiguración de Jesús. Hoy Pedro, Santiago y Juan ven a Jesús transfigurarse con gloria — su rostro resplandeciendo como el sol y sus vestiduras tan blancas como la nieve.

Después lo verán transfigurado con dolor — sudando sangre durante su Agonía en el Huerto, azotado y coronado con espinas el Viernes Santo, su cuerpo quebrantado pero no su espíritu, el cual permaneció valerosamente determinado para cumplir la voluntad de su Padre completamente.

Y luego finalmente el Domingo de Pascua, ellos lo verán transfigurado en gloria una vez más así como en el día de su Transfiguración, pero ahora cargando en su cuerpo resucitado las heridas por las cuales ustedes y yo hemos sido salvados.

Y es entonces que comenzará a hacer sentido: la identidad gloriosa de Jesús como el Hijo de Dios que nos salvará a través de su muerte no tan gloriosa … lo cual ellos no están muy listos para comprender aún … lo cual es porqué, mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos”.

Este es un mensaje poderoso para nosotros  que estamos reunidos aquí hoy al final de este Congreso de la Escuela de Evangelización de San Andrés. Dios tiene un lugar especial para cada uno de ustedes en su plan de evangelización, el cual encontrarán en lo más profundo de su ser … morando en un lugar muy vulnerable donde Dios toca sus corazones profundamente.

Por este motivo, al principio será muy difícil arriesgar compartir esta verdad tan profunda que al compartirla te dejará, en un sentido, “transfigurado” ante los ojos de los demás — ellos pensarán de ti de una manera diferente que antes.

Tal vez querrás que lo mantengan en secreto al principio, como lo hizo Jesús, por temor a que los demás no lo entiendan. Y luego, una vez que su confianza en Jesús crece hasta el punto de que encuentras la valentía para compartir esta verdad sobre el llamado de Dios en tu vida — sea lo que sea — podrás estar seguro de que alguien se burlará de ti — así como lo hicieron con Jesús — y otros podrán decir cosas hirientes, por ignorancia.

Por ejemplo: cuando tuve el valor de decirle a mi maestra de religión en el 11º Grado que yo pensaba que Jesús podía estar llamándome al sacerdocio, su respuesta fue: “¡No seas frívolo! ¡Estás burlándote de algo sagrado!”

Obviamente ¡yo no estaba “transfigurado” ante sus ojos! ¡Aparentemente ella pensaba que yo estaba demasiado alegre como para ser sacerdote! Pero no me ofendo fácilmente. Pensé que tal vez ella estaba pasando por un mal día y que mis cualidades piadosas no era muy evidentes.

Pero era algo que yo sentí profundamente. Me hice vulnerable al compartir algo muy privado y ¡sentí como si alguien me hubiese aventado un balde agua fría!

El Espíritu Santo nos da cuatro dones para ayudarnos a discernir la voluntad de Dios: sabiduría, entendimiento, consejo y ciencia) y tres dones para ayudarnos a realizarlo (fortaleza, piedad y temor del Señor) siete dones en total para capacitarnos para ser evangelizadores.

Ruego para que tú aproveches estos dones para discernir como Dios quiere que te valgas de estos dones en tu obra de evangelización … ¡lo cual te dejará “transfigurado” ante los ojos de los demás!