5º Domingo de Cuaresma, Año A

Publicado: March 29, 2020

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Casa de Formación en Little Rock el domingo, 29 de marzo de 2020.


Obispo Taylor

La semana pasada tuvimos la historia del hombre ciego de nacimiento y hablé del Gran Ayuno de Cuaresma en la Iglesia primitiva, un tiempo en el que la gente ayunaba no solo de la comida, sino también de la Eucaristía. En aquellos días no se celebraba la Misa entre semana en cuaresma para aumentar la alegría de la Pascua cuando la Eucaristía diaria podría ser recibida otra vez.

También vimos cómo, al restaurar su vista, Jesús condujo al ciego de nacimiento paso a paso a la fe explícita en él como "el Hijo del Hombre" y, por lo tanto, la adversidad en la vida de ese hombre, que antes era ciego y mendigo, se convirtió en el vehículo a través del cual " las obras de Dios podrían ser reveladas a través de él ".

Hoy Jesús nos lleva un paso más allá con la historia de la resurrección de Lázaro de entre los muertos, y esta historia contiene un mensaje muy importante para nosotros en este momento cuando tantas personas mueren de COVID-19 en tantas partes del mundo, y tantos otros ya están enfermos o en riesgo. De hecho, todos estamos en riesgo.

Pero estoy convencido de que todo esto será usado por Dios como un vehículo que conduzca a la fe, al igual que con Lázaro y con el hombre ciego. Estamos aprendiendo como vivir con incertidumbre y como confiar en Dios con respecto a nuestro futuro. Y sobre todo, nos damos cuenta mucho más intensamente del gran don que es, poder reunirnos para adorar y recibir al Señor en la Eucaristía.

Pero una vez más, Jesús usa la adversidad para llevar a las personas a la fe. Jesús dice: "esta enfermedad no es de muerte; es para la gloria de  Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” Fíjense, Jesús fue llamado solo “el Hijo del Hombre” en la historia del mendigo ciego, ahora es llamado “el Hijo de Dios.” A pesar de las palabras de Jesús, esta enfermedad sí terminó en muerte, pero ese no fue el final de la historia. Y mientras tanto, ¿qué hizo Jesús? Lloró y oró y consoló a sus amigas Marta y María, y luego les pidió que confiaran en él, que lo que sucediera, todo el dolor que estaban sintiendo, en última instancia serviría a los propósitos de Dios.

A medida que se desarrolla la historia, Jesús demuestra tres verdades: 1.) la verdad que lo que es verdad para Jesús es verdad también para Dios, Jesús había declarado solo hace 19 versículos que "El Padre y yo somos uno"; 2.) la verdad que el corazón de Jesús se conmueve por las cosas dolorosas en nuestras vidas: "Jesús lloró" y, por lo tanto; 3.) la verdad que Dios también se conmueve y responde a nuestras oraciones. Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Entonces Jesús ora al Padre, pidiéndole que cambie de opinión y le devuelva la vida a Lázaro, y es precisamente eso que hace Dios: "El muerto salió, atado de pies y manos con bandas funerarias y su rostro envuelto en una tela". ¡Debe haber sido bastante aterrador! Entonces Jesús dijo: "Desátenlo y suéltenlo".

Creo que pueden ver que esta historia tiene mucho que decirnos. Nuestro futuro parece bastante preocupante, al menos a corto plazo. 1.) Tenemos miedo de la enfermedad en sí, dada su alta tasa de mortalidad para los ancianos y las personas con sistemas inmunes comprometidos. Tengo un hermano que tuvo leucemia y recibió un trasplante de células madre en febrero, pero sus inmunidades son prácticamente nulas, por lo que si se infectara con COVID-19, sería fatal. Apuesto a que cada uno de ustedes tiene a alguien en su vida que también es especialmente vulnerable, por quien están preocupados.

Y luego; 2.) ¿qué pasa con todo el daño colateral: la pérdida del trabajo y de ingresos, ¿cómo van a pagar los biles? El estrés de tener que renunciar a tantas actividades: restaurantes, películas, planes de vacaciones de primavera. Y, lo peor, no poder asistir a Misa porque las Misas públicas han sido suspendidas en un esfuerzo por salvar vidas y proteger a las personas del peligro.

Pero estoy convencido de que todo esto será usado por Dios como un vehículo que conduzca a la fe, al igual que con Lázaro y con el hombre ciego. Estamos aprendiendo como vivir con incertidumbre y como confiar en Dios con respecto a nuestro futuro. Y sobre todo, nos damos cuenta mucho más intensamente del gran don que es, poder reunirnos para adorar y recibir al Señor en la Eucaristía.

Extrañamos esto intensamente, pero no imaginemos por un segundo que hemos sido abandonados. El Señor simplemente está con nosotros de otras maneras. Además, el Señor que has recibido en todas esas Eucaristías anteriores todavía está dentro de ti y su gracia no desaparece con el paso del tiempo.