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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: December 18, 2014
Este es el 12º artículo de una serie de doce.
Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock
La Sagrada Escritura nos ha proporcionado un mapa de las huellas de Dios: al registrar las ponderosas acciones de Dios, se han nombrado lugares específicos como los escenarios en los que el plan de Dios para nuestra salvación se desarrolló gradualmente.
En este artículo final de la serie, no exploramos un lugar concreto sino la gran cantidad de lugares en los que la Pasión y Resurrección de nuestro Señor se convirtió en el centro del culto cristiano. A través del Imperio Romano, siempre que se proclamaba el nombre de Cristo y los creyentes se unían a Él a través del Bautismo, la Eucaristía también se celebraba como encuentro con su Pasión y Resurrección.
En la iglesia primitiva no había edificios de iglesias. La Iglesia — es decir, el Cuerpo de Cristo — celebraba la Eucaristía reunida en hogares privados. Hoy día se llamarían Iglesias domésticas, pero los cristianos de aquel tiempo se consideraban la iglesia y el lugar donde se reunían era la casa de alguien. Dense cuenta de cómo Pablo saludaba a los cristianos de Corinto: “las iglesias de Asia les envían saludos. Aquila y Prisca, junto con la iglesia de su casa, les envían muchos saludos en el Señor” (1 Corintios 16,19).
Lo sagrado de estos lugares no provenía de su arquitectura: se basaba en la presencia de los congregados: la asamblea local del Cuerpo de Cristo — y en para lo que se reunían a recibir: el Cuerpo de Cristo en los signos del pan y el vino.
El magistral libro del ya fallecido Jerome Murphy-O'Connor, St. Paul’s Corinth, (El Corinto de san Pablo) revela mucho sobre estas iglesias domésticas primitivas. Una de las revelaciones más sorprendentes en su libro es el escaso número de cristianos que componían la iglesia en Corinto. Cono todos los problemas con los que tenía que lidiar Palo entre los corintios, ¡parecería que debería haber mucha más gente para tener tantos problemas!
Pero según los descubrimientos arqueológicos en Corintio, es poco posible que Pablo se dirigiera a una iglesia de más de cincuenta personas. Podría incluso ser más pequeña. Cuarenta parece una aproximación más segura. Estas bajas cifras se basan en el tamaño de las casas en Corinto y la casa que Murphy-O'Connor usó como su ejemplo principal era una mansión espaciosa de alguien de una riqueza considerable.
Un examen de los restos arquitectónicos de la casa añade color a nuestra comprensión de la crítica de Pablo sobre el modo en que los corintios intentaban celebrar la Eucaristía. Sabemos que era común en los primeros tiempos de la iglesia que se celebrara la Cena del Señor en el contexto de una cena más amplia que se llamaba “ágape” o fiesta de amor (ver el verso 12 de la carta de Judas).
Si cuarenta o cincuenta se reunían en una de las casas más grandes de Corinto, se necesitarían por lo menos dos habitaciones para acogerlos a todos. Tradicionalmente, las comidas se servirían en el triclinium, un comedor en que los invitados se reclinaban en divanes que tomaban bastante espacio. Si un grupo había llegado a la casa para una cena de ágape, solamente los invitados más privilegiados — probablemente los más ricos — serían atendidos allí. Los otros tendrían que ser relegados al atrio, una habitación abierta a los elementos y donde se tenían que sentar en el suelo.
Pablo asegura que durante tales reuniones, el hecho de que algunos estuvieran bien alimentados y se emborracharan mientras otros pasaban hambre, probaba que sus cenas habían fallado la prueba de una Eucaristía auténtica (1 Corintios 11,17-22). En una verdadera Eucaristía se reconocerían y respetarían mutuamente como Cuerpo de Cristo.
Luego Pablo les describe la tradición que él había recibido en relación a la Última Cena como el fundamento de la celebración de la Eucaristía (1 Corintios 11,23-27). Escrita antes que cualquiera de los evangelios, ésta es la primera tradición escrita sobre la Última Cena. El relato de la Última Cena que hace Lucas (Lucas 22,14-20) guarda un parecido cercano con el relato de Pablo.
A pesar de su conducta escandalosa, estamos agradecidos de contar con la respuesta de Pablo a los Corintios. De ahí aprendemos la centralidad de la Eucaristía en las tradiciones que enseñó Pablo así como mucho sobre las primeras comunidades cristianas.
Las iglesias domésticas no han desaparecido, incluso dentro del catolicismo. Hoy día en China muchos católicos se han unido para dar culto en sus hogares, ya que se niega al clero leal al Papa la oportunidad de celebrar la Eucaristía en templos físicos. Hoy, como siempre, podemos ver las huellas de Dios si las buscamos.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 13 de diciembre de 2014. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.