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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: April 26, 2014
Este es el 4º artículo de una serie de doce
Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock
Yo crecí en el Sur de Idaho, con el paisaje de fondo de los Grandes Tetons de Wyoming. Su majestad puede mover el alma de cualquiera que los mire. Cuando se llama experiencias en la cumbre a las experiencias religiosas, no es un cliché. En la Biblia, las montañas a menudo son los lugares donde Dios se encuentra con la gente, cambia sus vidas y los envía de regreso al mundo con un mensaje profético.
El Arca de Noé se posó en la cumbre de un monte cuando las aguas descendieron, y después Noé ofreció a Dios un sacrificio en el que el Creador hizo una alianza con la creación, prometiendo no traer tal destrucción sobre el mundo jamás (Génesis 8,4.20-22).
Algunas generaciones más tarde, fue sobre otro monte, el Moriah, donde Abraham voluntariamente intentó el sacrificio impensable de su hijo, siguiendo el mandato de Dios. Fue allí donde el ángel de Dios detuvo la mano de Abraham y proporcionó un carnero para el sacrificio (Génesis 22,1-14).
Después de matar al egipcio al que sorprendió golpeando a un esclavo hebreo, Moisés huyó a Midian. Cuando estaba cuidando el rebaño de su suegro en el Monte Horeb, Dios le habló desde la zarza ardiente, revelando el nombre más sagrado del Dios de Israel.
Allí Yavé le dijo a Moisés: "El lamento de los israelitas ha subido hasta mí y he visto cómo los egipcios los oprimen. ¡Ve, pues! Te envío al Faraón para sacar a mi pueblo, los israelitas, de Egipto." Moisés se hizo hacia atrás. Dios respondió: "Estaré contigo; y ésta será la señal de que te he enviado. Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, servirás a Dios en esta montaña" (Éxodo 3,9-10.12).
Cuando Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés en Horeb (a menudo también llamado Sinaí), la montaña estaba envuelta en humo y se agitó violentamente, y el pueblo escuchó truenos (Éxodo 19,18-20). Siglos más tarde, cuando Dios le habló al profeta Elías en la misma montaña, fue con un "sonido silencioso y ligero" (1 Reyes 19,12).
Cuando los israelitas cruzaron el Jordán a la tierra prometida, entraron por entre dos montañas. De Gerazim recibieron la bendición que les correspondía por servir a Dios, y de Ebal la maldición que vendría de rechazar a Dios (Deuteronomio 11,29; Joshua 8,33-34).
Los montes eran atractivas para muchos peregrinos religiosos, incluso muchos que no buscaban al Dios de Israel. No importa a qué deidades diera culto la gente, siempre construían altares en lugares altos, como podría ser cualquier cima de colina que se levantara en el terreno. Los lugares altos se mencionan negativamente en todo el Pentateuco, los libros históricos y muchos de los escritos proféticos. Y sin embargo, no pocos altares de cimas y cumbres, estaban dedicados a Yavé.
A causa de que un recién descubierto papiro de la Ley (probablemente Deuteronomio) prohibía cualquier sacrificio fuera del Templo del Monte Sión, Josías, rey de Judá, destruyó los altares a Yavé en las cumbres de Samaría y pasó por espada a los sacerdotes que ofrecían sacrificios allí (2 Reyes 23,19-20).
El profeta Isaías aseguró a Israel que su monte Santo Sión sería el lugar de un banquete único en la historia del mundo: "En ese monte el Señor de los ejércitos proveerá para todos los pueblos un festín de ricos manjares y deliciosos vinos, rica y abundante comida, vinos selectos. En ese monte destruirá el velo que cubre a todos los pueblos, la red que enreda a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre"(Isaías 25,6).
En Lucas, Jesús enseña las bienaventuranzas en un llano (6,17-23), pero en Mateo se dan en el Sermón de la Montaña y Mateo utiliza el escenario de la montaña para ayudar a demostrar que Jesús es un profeta y maestro más grande que Moisés (5,1-12).
La gloria de Jesús se revela a Pedro, Santiago y Juan en "lo alto de un monte" mientras que Moisés y Elías conversan con Jesús. Los discípulos quieren construir tres tiendas en honor de Jesús, Moisés y Elías, pero una voz celestial proclama que Jesús es "mi Hijo amado, en quien me complazco; escúchenle" (Mateo 17,1-5).
Mientras que el Monte Sión se nombra más que cualquier otro monte en la Escritura, en los Evangelios es el Monte de los Olivos el más asociado con Jesús, especialmente en los días anteriores a su crucifixión, cuando se retiraba ahí después de enseñar en el Templo (Lucas 21:37). Lo que es más importante, Jesús completó su ministerio en la cruz en una colina conocida como Calvario y Gólgota (Marcos 15,22-25).
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 26 de abril de 2014. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.