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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: May 24, 2014
Este es el 5º artículo de una serie de doce
Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock
Cuando viajo por las Montañas Ozark, en mi estado nativo, varios valles que aparecen al dar una vuelta o descender a los caminos con más sombra me quitan el aliento de admiración. Estos lugares me hacen sentir tranquila, como una brisa fresca e invitadora que alivia de las curvas pronunciadas donde tengo que agarrarme al timón del auto en las montañas más altas.
El Salmo 23 describe a Dios como pastor que guía a su rebaño a pastos verdes cerca de aguas reposadas. Dada nuestra propia vista de estos lugares reposados en el mundo natural, no es de sorprender que tantos artistas y músicos han popularizado lo que sin duda es uno de los salmos mejores conocidos de la Biblia.
Sin embargo, el Salmo continúa hablando de la presencia protectora y consoladora de Dios "en el valle de las sombras de muerte," avisándonos del hecho de que no todas las escenas tranquilas son lo que parecen a simple vista. De hecho, en la Escritura existen muchas escenas de valles que tienen diversas capas de significado.
Un lugar significativo tanto como recuerdo de vergüenza y signo de esperanza es el Valle de Acor, una extensión de tierra cerca de Jericó desde el Sudoeste. Fue allí donde uno de los miembros de la tribu de Judá, junto con su familia, murió lapidado por violar los estatutos de la guerra santa y por saquear la ciudad después de la conquista de Jericó (Josué 6—8). Este mismo valle aparece luego en Oseas 2,17 y en Isaías 65,10 como signo de esperanza para los reinos de Israel y Judá. La última palabra de Dios para este valle asociado con la conquista original de Caná no es desastre o castigo, sino la restauración del pueblo de Dios.
Hay un par de valles que se subrayan en la Biblia por su asociación con batallas decisivas. Uno es el Valle de Elá, una importante ruta desde las ciudades costeras hacia el interior a lugares como Belén y Jerusalén. 1 Samuel 17 identifica esta área triangular y llana como el lugar donde el joven David venció al imponente héroe de guerra filisteo Goliat con una sencilla horca. La fama de David llamó la atención al rey Saúl, y más tarde se convertiría en pieza legendaria de su propia historia como el segundo de los reyes de Israel.
El Valle de Yezrael, también conocido como el Llano de Meguido, es una amplia área que se extiende desde el Monte Carmelo hacia el Norte y el Este (el lugar de la derrota de Elías de los sacerdotes de Baal y de su encuentro con la voz susurrante de Dios) hasta el Monte Tabor (el lugar asociado con la Transfiguración de Jesús).
La visión que Juan registró en el libro de la Revelación indica una batalla final decisiva entre el bien y el mal conocido como Armagedon, llamado así por el Monte Meguido desde donde se pudieron presenciar tantas batallas de Israel — la victoria de Débora y las tropas israelitas sobre los cananitas (Jueces 5:19), así como las muertes en batalla del Rey Ocozías (2 Reyes 9,27) y el Rey Josías (2 Reyes 23,29) por citar algunas.
Otro tipo de batalla se asocia con dos valles que se mencionan en los Evangelios. Gehena es un pequeño valle al suroeste de la antigua muralla de Jerusalén. Originalmente era una barrera para la capital, durante algún tiempo fue lugar de sacrificios humanos que más tarde condenó el profeta Jeremías en 7,32 y 19,6 y al que Isaías aludió en 66 como lugar de cadáveres de quienes se habían rebelado contra Dios. En tiempos del Nuevo Testamento, el lugar era un vertedero de basura, donde continuamente había fuegos para limpiar el área de desechos y enfermedades. No es de extrañar que los "fuegos de Gehena" se asociaran en algunos escritos al castigo eterno (ej. Mateo 5,22; Lucas 12,5).
Por último, consideremos el Valle de Cedrón, localizado fuera de la muralla oriental de Jerusalén, entre la ciudad y el Huerto de los Olivos. Este es el valle que en su tiempo estuvo lleno de jardines reales (2 Reyes 25,4; Nehemías 3,15) y luego se convirtió en el lugar de descanso de los reyes de Judá y muchas generaciones del pueblo de Israel. Jesús mismo cruzó el Cedrón después de su última cena con sus seguidores y se dirigió al Huerto de Getsemaní y el arresto llevaría a su crucifixión.
Batallar, tanto si es una lucha interna como si es de naturaleza más cósmica, a menudo se relaciona con los valles en la Escritura. No es de extrañar que el salmista quiera la presencia reconfortante del Buen Pastor al caminar por el valle de las sombras de muerte.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 24 de mayo de 2014. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.