José asciende al poder, el privilegio, y el perdón

Publicado: August 13, 2011

Este es el 3º artículo de una serie de trece

Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock

La historia de José en el libro del Génesis tiene todos los elementos para hacer una buena mini-serie de televisión, o una película en tres partes.

El primer episodio se centraría en la rivalidad entre los hermanos, agudizada por la rivalidad entre las esposas de Jacob (29,31—30,22) y el tratamiento preferencial que se percibe por parte del anciano padre (37,1-4). Es fácil imaginar el desarrollo de los personajes que podría centrar esta sección.

El segundo episodio nos llevaría a la cisterna donde el hijo más joven, José, queda escondido hasta que sus hermanos lo puedan vender como esclavo (37,5-36). La envidia que llevó a estos planes diabólicos de deshacerse de su hermano, también llevó a un profundo dolor en la familia. Y para José, hubo momentos de prueba (cap. 39).

El tercer y último episodio se centraría en el cambio de suerte, la hambruna y la desesperación de la familia que vivía en Caná y la inesperada abundancia y acceso al poder para José, que ahora sirve en la corte del faraón (caps. 40 – 48).

Esta es una historia con un gran valor de entretenimiento. Y nadie puede poner en duda que los elementos de la envidia, los celos y la desesperación pueden enganchar a una audiencia de cualquier generación. Pero, ¿qué luces espirituales podemos descubrir para nuestros recorridos espirituales, si profundizamos un poco más en el relato bíblico?

José es un soñador e interpretador de sueños (37,5-11; 40,5—41,32). En el mundo del aquel tiempo, los sueños se tomaban muy en serio como camino de comunicación de Dios y con Dios. Dos de sus sueños cuando era joven indicaban que otras personas, incluso los miembros mayores de su propia familia, un día le ofrecerían reverencia. José no sólo tiene una relación íntima con Dios, sino que está dispuesto a ver como Dios ve y a hablar sobre lo que ve.

Por una parte, este don lo enfrenta a sus hermanos, que resienten la imagen de su humildad ante él y, por otra parte, lo pone en buena relación con el faraón, lo cual al final beneficiará a toda su familia.

Lo que se podría interpretar como posición de privilegio—el que le permitieran quedarse en casa mientras sus hermanos mayores cuidaban los rebaños, interpretar sueños mientras que ellos alimentaban y cardaban a las ovejas—de hecho tiene un objetivo divino para el futuro de su familia y de todo el pueblo de Dios.

Cuando su padre Jacob dijo a José que fuera con sus hermanos a Sequem, José no protesta, sino que responde como otros lo han hecho en toda la historia de la salvación. El término hebreo es "hinneni" que se traduce como "aquí estoy", o "estoy dispuesto". Piensa en Moisés que se quitó las sandalias ante la zarza ardiente y dijo "Heme aquí" (Exod. 3,4) o el joven Samuel que dijo repetidamente lo mismo cuando pensaba que Elí lo estaba llamando y en realidad era Dios (1 Sam 3) o Isaías, que respondió a Dios, "Aquí estoy, Señor. Envíame" (Isa 6,8)

La actitud de José de servicio dispuesto, y su capacidad de interpretar sueños lo sitúa en buena posición ante el faraón cuando entra en la casa real como esclavo. Le permite ascender en rango y a lo largo de varios años ganar posiciones de autoridad que desafían la lógica de los lectores modernos. Pero es su humildad y capacidad de perdón lo que le permite hacer lo que podría parecer imposible: perdonar a sus hermanos por sus crímenes pasados contra él, y ofrecerles acogida cuando Caná entra en período de escasez (Gén. 42 – 45).

Cuando por fin José se revela a sus hermanos hambrientos, identifica sencillamente el daño que le hicieron: "Yo soy su hermano José, a quienes ustedes vendieron como esclavo en Egipto" (45,4). Pero no permite que sus palabras se queden en el aire mucho tiempo y causen vergüenza y culpabilidad. En cambio, mira como mira Dios y una vez más se convierte en interpretador de los acontecimientos. "Pero no se aflijan, y no se sientan culpables por haberme vendido…Dios me envió delante de ustedes para asegurar un resto de tierra y para salvar sus vidas en una salvación extraordinaria. No fueron ustedes, por tanto, quienes me enviaron aquí, sino Dios" (45,5, 7-8a).

Cuando respondemos a las llamadas de Dios en nuestras vidas, no podemos saber dónde nos llevarán pero, como José, nos podemos hacer disponibles y pedir el don de ver la mano de Dios y ofrecer la sanación de Dios.

Preguntas para la reflexión y discusión
  • ¿Qué te atrae inicialmente a las historias de los patriarcas de Israel?
  • ¿De qué modos te haces disponible para que Dios te dirija y ayude a ver como Dios ve?
  • ¿Qué signos de la presencia de Dios puedes identificar en las interacciones de la familia de Jacob?
  • Como José, ¿qué problema o herida del pasado te gustaría solucionar por medio del perdón?

 

Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 13 de agosto de 2011. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.