El enigmático Elías, el profeta de ahora y mañana

Publicado: January 28, 2012

Este es el 8º artículo de una serie de trece

Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock

Las figuras enigmáticas de la Biblia son normalmente las que aparecen en una narrativa con poco ruido y desaparecen igualmente rápido, pero no sin despertar una profunda curiosidad. Solamente en el Génesis ya hay tres enigmas de esa clase. Uno es Enoc, que "caminó con Dios y luego ya no estaba, porque Dios se lo había llevado" (Génesis 5,24).

Yo quisiera personalmente leer un informe original de esa persona desaparecida. Luego está el hijo de Enoc, Matusalén, de quien se dice que vivió 969 años (Génesis 5,27). ¡Ciertamente si alguien vivió tanto seguramente tendría mucho que contar!

Y ¿quién era este sacerdote Melquisedec, rey de Salem, que bendijo y partió pan con Abraham (Génesis 14,18-20)? Yo quiero leer un libro sobre él, pero, si es que existiera, sería pura especulación. Las vidas de estas figuras son enigmas. Nos dejan sólo con grandes preguntas sin respuesta.

Elías es por lo menos tan enigmático como Enoc, porque como Enoc, se dice que nunca murió. En su lugar, fue llevado al cielo en un carro de fuego. Pero, a diferencia de Enoc y otros enigmas bíblicos, la Biblia nos dice bastante sobre la vida de Elías y sus aventuras (1 Reyes, capítulos 17–19 y 21; 2 Reyes, capítulos 1–2). Y sin embargo, a pesar de todo lo que leemos sobre él, su mayor hazaña fue dejar a sucesivas generaciones del pueblo de Dios con la misteriosa esperanza y expectativa de que regresaría de nuevo (Sirac 48,4-11; Malaquías 3,23).

Los relatos bíblicos de la vida de Elías están llenos de Milagros que ponen énfasis en la fuerza de Dios en contraste con la crueldad y apostasía de Ajab y Jezebel, que reinaron en las tribus del norte de Israel desde 869 a 850 BC. Se considera a Elías un profeta, pero a diferencia de los profetas más tardíos que proclaman la plabra de Dios en juicio del mal de los tiempos, Elías confronta el mal como instrumento del poder de Dios.

Por la palabra de Elías, Israel experimenta una sequía de tres años como signo del juicio contra el culto del dios de la tormenta, Baal, que la reina Jezebel había promovido por todo Israel. La sequía demostraría que los llamados dioses de la tormenta no tenían poder en la tierra que pertenecía al Dios de Israel.

Elías parece totalmente intrépido en su fe en Dios. En el Monte Carmelo, en la presencia del rey Ajab y 450 sacerdotes de Baal así como la multitud de los alrededores, propone un duelo: que los profetas de Baal ofrezcan un toro de su elección en el altar a Yavé. Que cada lado pida a su dios que consuma a su toro. "El Dios que responde con fuego es Dios" (1 Reyes 18,24).

Durante toda la mañana los profetas de Baal le imploran, con creciente desesperación, incluso haciéndose cortes en sus brazos y piernas en el afán de conseguir la atención de Baal. Elías se burla de ellos e incluso sugiere que Baal se ha ido de viaje, o está ocupado y no puede responder.

Cuando llega el turno de Elías, ora que Dios le responda para que el pueblo sepa que el Señor es su Dios (1 Reyes 18,36-37). Como respuesta, el fuego viene del cielo y consume el toro. Habiendo mostrado al pueblo el poder de su Dios, Elías proclama el fin de la sequía e inmediatamente una tormenta aparece en el horizonte.

Sin embargo, Elías no está libre de temor. Después de su poderosa muestra del poder del Señor, la reina Jezebel amenaza contra su vida en venganza por la humillación de Baal. Elías huye por miedo e incluso le pide a Dios que tome su vida. En vez de eso, Dios envía a un ángel para que lo reconforte y lo envía de viaje al Monte Horeb, el lugar donde Dios mismo se había revelado a Moisés y había hecho una alianza con Israel (Deuteronomio 5,2-3). Ahí Dios hablará directamente a Elías (1 Reyes 19,1-18).

En la montaña de la revelación, Elías escucha atentamente para oír a Dios, Hay un viento violento, pero no se oye a Dios ahí, ni en el terremoto, ni en un fuego devastador. Por último, en "una ligera brisa" Dios le habla (1 Reyes 19,11-12). Elías recobrará valor para nombrar al hombre que haya de suceder a Ajab como rey y para designar a Eliseo como su propio sucesor.

Elías fue un profeta que reivindicó al Señor como Dios de Israel en un momento de gran apostasía. Como se creía que había sido llevado al cielo, su regreso significaría la reivindicación definitiva de Israel. En Mateo, Marcos y Lucas, el regreso espiritual de Elías se da a conocer en el ministerio de Juan Bautista (Mateo 11,7-14; Marcos 9,13; Lucas 1,13-17).

Preguntas para la discusión y reflexión
  • ¿Qué hace que Elías sea una figura enigmática en la Biblia?
  • Elías proclamó una sequía para ayudar a su pueblo a regresar a Dios. ¿Cuándo te ha ayudado el ayuno, o el dejar algún placer en tu búsqueda de Dios?
  • ¿Cómo explicarías el temor de Elías a Jezebel después de que había demostrado tan convincentemente el poder de Dios (1 Reyes 19,1-4?
  • ¿Por qué se asocial a Juan Bautista con Elías?

 

Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 28 de enero de 2012. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.