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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: February 11, 2012
Este es el 9º artículo de una serie de trece
Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock
Algunos de los pasajes bíblicos más conocidos que se usan a menudo para ofrecer Consuelo o ánimo vienen de Jeremías: "Antes de formarte en el vientre de tu madre, yo ya te conocía" (1,5), "Conozco bien los planes que tengo para ti…para darte un futuro de esperanza" (29,11), "Con amor eterno te he amado" (31,3), "Pondré mi ley dentro de ellos y la escribiré en sus corazones" (31,33). Por muy maravilloso que sea enfocarse en estas bellas frases, es el contexto de estos pasajes lo que revela la fuerza plena de las palabras de Jeremías.
El ministerio de Jeremías como profeta en medio del pueblo de Dios tuvo lugar en los últimos años del reino del sur de Judá (ca. 621-580 BC). Servía en un momento de una gran reforma spiritual y nacional inaugurada por el rey Josías, y durante algunos años después del fracaso de esa reforma cuando Judá cayó ante Babilonia y los líderes de Judá fueron exiliados. El propio Jeremías permaneció en Jerusalén hasta ser exiliado a Egipto antes de su muerte.
El papel principal del profeta en la Biblia es hablar por Dios, ver y escuchar como Dios ve y escucha y luego pronunciar palabras de corrección y esperanza. Imagínense la alianza de Dios como el standard con el que se miden todas las actitudes e interacciones humanas, un standard que promueve comunidad e intimidad con Dios. El profeta proclama tal standard.
Cada uno de los profetas bíblicos usa su propio estilo singular de expresar las cualidades de justicia, integridad y amor fiel de la alianza de tal modo que el pueblo de Dios puede ver por sí mismo si están acogiendo la vida de Dios o rechazándola. Y si no ven y se reforman, entonces el profeta se hace más fuerte en su lenguaje o inicia acciones creativas para poder presentar su mensaje.
Concretamente podemos apreciar a Jeremías por cuatro temas que emergen en el libro de la Biblia que se le atribuye: la condición spiritual de la persona, la llamada al arrepentimiento, el costo del ministerio profético, y los paralelos entre su ministerio y el de Cristo.
La mayoría de los profetas dirigían sus oráculos a grupos de personas: la clase política dirigente, la clase sacerdotal, los ricos, o la nación en general. Sin embargo Jeremías incluye una preocupación evidente por la condición individual de la persona. A través de él Dios promete permanecer con Israel si "cada uno de ustedes" trata con justicia con vecinos, extranjeros, huérfanos y viudas (7,5-7). El individuo no se puede ocultar bajo las faldas de la comunidad, esperando que las actitudes y conductas personales pasen desapercibidas.
Se encuentra un tema acompañante en la llamada al arrepentimiento de Jeremías, particularmente en el uso del un término hebreo concreto (shuv) que significa "regresar". Jeremías 31,31-34 bellamente recoge el deseo de Dios de una nueva alianza escrita en los corazones del pueblo de Dios. Con una renovada relación que se caracteriza por la misericordia y el perdón, Israel no sólo regresaría a Jerusalén después del exilio, sino que estaría regresando a Dios.
Jeremías, como muchos otros profetas antes y después de él, sabían que hablar en nombre de Dios era un trabajo ingrato. La misericordia y el perdón eran posibles solamente cuando se reconocía el pecado y la rebelión. Afligir a los que se sentían cómodos era una tarea peligrosa. No es de extrañar que cuando son llamados al ministerio profético, muchos tratan de excusarse.
La ansiedad y la dificultad del ministerio se recogen en cinco "confesiones" esparcidas a través de Jeremías (11,18–12,6; 15,10-21; 17,14-18; 18,18-23; 20,7-18). Estos diálogos entre Jeremías y Dios nos permiten entrar en la duda y confusión, los sentimientos de indignidad y debilidad y la total soledad de ser llamado por Dios a cosas difíciles. Y sin embargo, a través de todo eso, Jeremías es fiel, porque está convencido de la presencia constante de Dios.
Por último, en la persona de Jeremías, encontramos a una persona que prefigure la misión y el ministerio de Cristo. Ambos descubrieron que un profeta no era bienvenido en su propia tierra, que serían comunes las conspiraciones contra ellos, y que incluso frente al deseo de Dios de salvar, la gente a menudo da la espalda a un mensaje de liberación.
En la persona de Jeremías encontramos la integridad y la vulnerabilidad que se requiere de todos los que buscan hacer la voluntad de Dios. Y en el mensaje de Jeremías encontramos al Dios que voluntariamente camina incluso a través de la destrucción de los sueños nacionales para formar un pueblo que le pertenece a Dios.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 11 de febrero de 2012. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.