Sitio oficial de la Red de la
Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: June 11, 2022
El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la ordenación de 46 hombres al diaconado permanente en la Iglesia de Cristo Rey en Little Rock el 11 de junio de 2022 y en la Iglesia de San Vicente de Paúl en Rogers el 25 de junio de 2022. Está basada en el Evangelio de Juan 17:6,14-19.
Este año tenemos ordenaciones de diáconos justo a tiempo para el comienzo de un gran esfuerzo de los obispos de los Estados Unidos, un proceso de tres años de renovación eucarística que comenzó el fin de semana pasado en la fiesta de Corpus Christi, el Cuerpo y Sangre del Señor. El objetivo es renovar la Iglesia encendiendo una relación viva con el Señor Jesucristo en la sagrada Eucaristía, ¡y ustedes, los diáconos, deben ser agentes de esa renovación!
Estás aquí porque Dios te ha llamado y porque has escuchado ese llamado personalmente en la intimidad de tu propio corazón. El primer pilar de esta renovación eucarística es fomentar encuentros con Jesús para los demás a través del ministerio de la palabra y los sacramentos de la Iglesia, y como diáconos harán esto especialmente a través de la proclamación kerigmática en sus homilías y a través de las experiencias de devoción eucarística que promuevan. ¡Es por esto, entre otras cosas, que te ordenamos hoy!
El Evangelio que acaban de escuchar viene del discurso de despedida de Jesús en el Evangelio de San Juan. Jesús ora por sus discípulos, quienes serán capacitados a continuar su gran obra de salvación a partir del día de Pentecostés. Como el Padre ha enviado a Jesús al mundo, así Jesús envía a los discípulos al mundo — y aquí "el mundo" tiene el matiz de "Sociedad sin Dios."
Dios elige a personas y los pone aparte para entregarles un servicio especial, y luego los capacita con las cualidades que necesitan para cumplir ese servicio — ese es algo que ustedes futuros diáconos van a experimentar. Para servir a Dios plenamente y fielmente, hace falta tener dentro de ti la misma bondad y sabiduría de Dios — las que se te dará si le abras el corazón para recibirlas.
Su tarea será la de ganar el mundo para Jesús, y por eso pide a su Padre celestial tres cosas que necesitan sus discípulos — ¡y todas son cosas que nosotros necesitamos mucho hoy!
1.) Jesús pide que sus discípulos estén "en el mundo" pero no "del mundo." Fíjense, no pide que se les retire del mundo, ni ofrece ningún modo de evitar los problemas de la vida. Lo que les ofrece es una vida que enfrenta los problemas y los supera. Por eso, aunque un diácono no debe ser "del mundo," es en el mundo donde debemos vivir nuestra fe ... y es en nuestra sociedad sin Dios donde la Buena Nueva de Jesucristo debe — eventualmente — prevalecer.
2.) Jesús pide que su Padre proteja a sus discípulos del Maligno. Hay en nuestro mundo un poder de mal que se opone activamente al poder de Dios — y de una manera u otra, se nos ataca cada día. Muchas veces fallamos porque confiamos demasiado en nuestra propia fuerza para enfrentarlo y olvidamos pedir la ayuda de Dios ni recordamos confiar en su poder y protección.
3.) Jesús pide que sus discípulos sean santificados en la verdad. El significado original de la palabra que traducimos "santificado" es "hecho diferente o separado," y se aplica a ustedes futuros diáconos porque su ordinación "les pone aparte" para una tarea especial. La vemos en la Biblia: cuando Dios mandó a Moisés a ordenar sacerdotes a los hijos de Aarón, los ponía aparte para una tarea especial.
Dios elige a personas y los pone aparte para entregarles un servicio especial, y luego los capacita con las cualidades que necesitan para cumplir ese servicio — ese es algo que ustedes futuros diáconos van a experimentar. Para servir a Dios plenamente y fielmente, hace falta tener dentro de ti la misma bondad y sabiduría de Dios — las que se te dará si le abras el corazón para recibirlas.
Debes tener tu corazón y mente y carácter conformados plenamente a los de Dios — lo que él te ayudará a hacer, ¡si le permitas! ¡Sé valientes! Dios no espera que cumplan con sólo tu propia fuerza la gran tarea que te ha confiado, sino que por su gracia te dará todo lo que necesitas para cumplirla — y seguirá dándote esa fuerza, ¡con tal que pongas tu vida plenamente en sus manos!