2º Domingo de Adviento, Año C 2021

Publicado: December 5, 2021

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de Sta. Ana en Berryville el domingo, 5 de diciembre de 2021.


Obispo Taylor

Hubo, hace 80 años esta semana, un acontecimiento que puso fin a nuestra renuencia a enfrentar el más gran eje del mal en toda la historia humana.

Habíamos pasado una década mirando — sin hacer nada mientras Japón, Alemania e Italia invadieron muchos países, explotando, oprimiendo y esclavizando a un billón de personas.

Hasta el 7 de diciembre de 1941, los poderes del eje ya habían conquistado a 13 países e invadirían pronto a 8 más, y sin embargo no hicimos nada, hasta el día cuando nos atacaron a nosotros mismos en Pearl Harbor.

Como Juan Bautista, Dios nos llama también a nosotros a hacer todo lo que podemos, en nuestros días, para hacer recto el sendero a la libertad, rebajar a los opresores y llamar a personas a la conversión, ¡antes de que llegue a ser muy tarde!

Si hubiéramos resistido ese mal antes, haciendo recto el sendero a la libertad y rebajando a los opresores antes, pudiéramos haber salvado a 100 millones de vidas. Pero pretendimos que este mal no era ningún negocio de nosotros. Pearl Harbor nos enseñó la estupidez de no confrontar el mal, hasta que llegue a ser muy tarde.

Es eso que hizo Juan Bautista allá en el desierto: enfrentó los males de su día; 1.) los pecados personales de escala pequeña, que hacen mucho daño a las vidas individuales; y 2.) los males más grandes tolerados por la sociedad en general.

Juan condenó sobre todo el comportamiento vergonzoso de la clase dirigente de su día; a.) su búsqueda de riqueza al costo de los pobres y vulnerables; b.) su inmoralidad sexual, incluso la del mismo Rey Herodes; y c.) su búsqueda egoísta de poder y prestigio por traicionar los intereses de su propio pueblo en favor de los Romanos que ocuparon el país, el eje del mal más grande de esos días, que hasta entonces habían conquistado ya 38 países y querían conquistar aun más.

Todos sabían que era suicidio desafiar a los romanos y al Rey Herodes, su títere, así que pretendieron que confrontar estos males no era ningún negocio de ellos. Juan Bautista, en cambio, creó que no había nada imposible para Dios y que fidelidad a Dios requiere que enfrentemos el mal, no importa lo que pueda costarnos personalmente, aun al costo de nuestra propia vida.

Así que Juan hizo lo que pudo para hacer recto el sendero a la libertad, rebajar a opresores y llamar al pueblo a la conversión antes de que llegara a ser demasiado tarde.

Nuestro mundo de hoy no difiere mucho de lo de otras generaciones. Personas y naciones — incluso la nuestra — continúan a buscar poder, posesiones, placeres y prestigio al costo de los pobres y vulnerables. La inmoralidad sexual — y aun peor, el aborto — continúan a hacer mucho daño a vidas individuales y a nuestra sociedad en general. 

¿no es cierto que pretendemos que enfrentar esos males no es ningún negocio de nosotros? Pearl Harbor debe habernos enseñado la estupidez de no confrontar el mal hasta que llegue a ser muy tarde. El mal destruye, esclaviza, oprime y explota — y acuérdense: ¡no hay nada imposible para Dios! Como Juan Bautista, Dios nos llama también a nosotros a hacer todo lo que podemos — en nuestros días — para hacer recto el sendero a la libertad, rebajar a los opresores y llamar a personas a la conversión, ¡antes de que llegue a ser muy tarde!