Misa de Religiosos Jubilares 2017

Publicado: September 9, 2017

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la fiesta de San Pedro Claver, en la Iglesia de Nuestra Señora de las Almas Benditas en Little Rock el sábado, 9 de septiembre, 2017. Está basada en las siguientes lecturas: Is 61 v 1-3a y Lc 5 v 1-11.


Obispo Taylor

Mientras comenzaba a preparar esta homilía para esta celebración jubilar, reflexioné en el hecho de que con tan sólo algunas excepciones — incluyendo el Padre Stanley Rother que pronto será beatificado — la mayoría de los santos canonizados y personas beatificadas de los Estados Unidos son miembros de órdenes religiosas.

Eso dice mucho, ¡a poco no! Pienso que es apropiado que la celebración jubilar de este año caiga en la fiesta de San Pedro Claver, que aunque no es de los Estados Unidos, sí sirvió en el continente Americano. Y como todos nuestros santos, él atendió con una preocupación especial a las personas más necesitadas y afligidas de su tiempo.

En su caso, los esclavos africanos recién llegados, cuyas necesidades eran abrumadoras. Primero él les proporcionó el alimento, el agua y los medicamentos que sus cuerpos necesitaban. Y luego él comenzó a abordar las necesidades espirituales, bautizando a más de 300,000 esclavos en el transcurso de 40 años, instruyéndolos sobre Cristo, dándoles esperanza, convirtiéndose — por decirlo así — en un esclavo de los esclavos que él atendía.

Cada uno de nosotros que ha respondido al llamado del Señor tiene una misión también, un llamado único ... diferente al de San Pedro Claver en sus circunstancias, pero igual de necesario en el plan de Dios.

Él abogó por ellos ante el indignante sistema malvado bajo el cual vivían, hizo lo que pudo para defender sus derechos, usualmente contra todas las probabilidades abrumadoras, convirtiéndose en una persona no grata ante los ojos de los dueños de las plantaciones y de las autoridades coloniales.

Pero el éxito ante los ojos de Dios es diferente que el éxito ante los ojos del mundo, y en lo que tuvo éxito San Pedro Claver fue viviendo lo que acabamos de escuchar en la primera lectura que fue elegida para esta Misa: él llevó las buenas nuevas a los afligidos, vendó los corazones heridos, proclamó la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros — por lo menos espiritualmente. Su presencia en sus vidas fue como “un año de gracia del Señor”. Esa fue su misión.

Cada uno de nosotros que ha respondido al llamado del Señor tiene una misión también, un llamado único ... diferente al de San Pedro Claver en sus circunstancias, pero igual de necesario en el plan de Dios.

En el Evangelio que acaban de escuchar, también elegido especialmente para esta Misa, tenemos la historia de la vocación de Pedro. Él tenía otros planes, pero todo cambió cuando se encontró con Jesús, quien le dijo que echara las redes para pescar. Cuando lo hizo, él pescó tal cantidad de peces que las redes estaban a punto de romperse — algo similar a los 300,000 bautizos de San Pedro Claver — porque en realidad dentro de pocos años, Pedro estará pescando hombres — y mujeres — como lo prometió Jesús en el Evangelio de hoy.

¿Acaso no es esta nuestra historia también? Jesus nos llamó y hemos respondido. En el transcurso de 25, 50, 60, 70 y 75 años nuestros Jubilares han pescado hombres y mujeres — y también niños. Algunas veces atendiendo las necesidades físicas como San Pedro Claver: realizando obras de caridad, atendiendo a los enfermos y abogando por la justicia social, incluyendo el derecho a la vida desde el primer momento de la concepción hasta la muerte natural, y el acceso a todo lo necesario para vivir: un salario digno, buena vivienda, acceso al cuidado de salud, no eutanasia, no pena capital, etcétera.

Y sobre todo, tratando de ayudar a las personas con sus necesidades espirituales: orando por las personas diariamente e instruyéndolas sobre Cristo, presentándoles a Cristo, intercediendo por ellas ante el Señor, instruyendo a los niños y adultos, alentando a las personas y escuchándolas con un corazón amoroso y dispuesto, abogando por los derechos de aquellos que en nuestra sociedad siguen siendo oprimidos, por los derechos humanos de los inmigrantes, dándoles esperanza a las personas.

En otras palabras, convirtiéndonos — por decirlo así — en esclavos de las personas que atendemos ... sabiendo que el éxito ante los ojos de Dios es diferente al éxito ante los ojos del mundo. Requiere llevar las buenas nuevas a los afligidos, vendar los corazones heridos, proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, siendo nuestra presencia en las vidas de las personas como “un año de gracia del Señor”.

Jubilares, muchísimas gracias por responder tan generosamente al llamado del Señor. Su testimonio especial a la santidad es una inspiración para todos nosotros. ¡Que Dios los recompense por su bondad y que continúe realizando sus obras a través de ustedes en todos los años por venir!