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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: March 9, 2013
Este es el 6º artículo de una serie de catorce
Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock
Los cuatro evangelios asocian de uno u otro modo la Última Cena a la fiesta judía de la Pascua (Marcos 14,12-14; Mateo 26,17; Lucas 22,8-15; Juan 13,1-4). El ver la Última Cena como comida de celebración de la Pascua judía nos dice que Jesús y sus discípulos se consideraban judíos practicantes.
Jesús celebraba la fidelidad de Dios al pueblo judío así como su propia entrega como fuente y signo de una nueva alianza entre Dios y la humanidad. La nueva alianza amplía y profundiza la antigua, haciendo así posible que el amor de alianza de Dios se extienda más allá de Israel.
Desde la perspectiva judía, quienes comen la cena pascual no sólo están celebrando el significado histórico de la primera Pascua sino que también están participando en los propios acontecimientos salvíficos de la Pascua. Los acontecimientos de la Pascua son los que condujeron a los esclavos hebreos a la liberación desde Egipto.
La Pascua marca la liberación de la opresión y la salida de Egipto que los llevaría a una tierra de libertad y prosperidad. Por la Pascua, ahora son libres para ser un pueblo enteramente dedicado al Dios que los libera (ver Éxodo 12,1-17).
El comer la Pascua es en sí mismo un acto de liberación. La libertad de dar culto a Dios como parte de un pueblo llamado a una relación de alianza con Dios estaba en el mismo núcleo de lo que significaba ser judío en el tiempo de Jesús y también hoy día.
Sin embargo Jesús añadió varios rasgos distintivos a la Última Cena que la distinguen de la Pascua. Jesús comparaba las comidas con él a un banquete magnífico, el banquete definitivo a celebrarse en el reino de Dios (Lucas 5:30-35). A menudo Jesús hablaba de este reino de una manera que sugería que ya estaba presente de un modo especial para quienes aceptaban su mensaje.
En el relato de Mateo de la Última Cena, Jesús comunica a los discípulos que, "de ahora en adelante, no tomaré del fruto de la vida hasta el día en que lo tome con ustedes en el reino de mi Padre" (Mateo 26 – 29. Solamente en Mateo encontramos el énfasis añadido de Jesús de tomar el fruto de la vid "con ustedes," es decir, con sus discípulos. La fuerte nota de convivencia es característica de Mateo. En Mateo Jesús asegura a sus seguidores que, "donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18,20).
Esta declaración refleja dramáticamente la experiencia de la comunidad de Mateo en la Eucaristía. Estaban muy sensibles a la presencia del Cristo resucitado que se les unía para su celebración de la Eucaristía. La Eucaristía es la experiencia real de cenar con Cristo en el reino del Padre.
En el centro de la comida de Pascua es un cordero asado que habría sido sacrificado ritualmente en el Templo de Jerusalén antes de ser consumido en el hogar. Este sacrificio es esencial para la historia de la Pascua de la liberación del Pueblo de Dios. Mientras que la Pascua significa liberación para Israel, tuvo graves consecuencias para Egipto, y así se entiende la razón de su nombre, Pascua (Paso al otro lado, o por encima).
El juicio de Dios cayó sobre los dueños de esclavos, pero pasó sobre los hebreos quienes, en la noche de su liberación, sacrificaron un cordero inmaculado a su Dios. En el juicio que cae sobre sus opresores, Israel emerge como pueblo. En esta nota de tensión entre la misericordia y la justicia de Dios, las acciones de Jesús en la Última Cena hacen eco, pero también se distinguen de los temas de la Pascua.
En Mateo, Marcos y Lucas, Jesús se identifica claramente con el pan y el vino que entrega a sus discípulos en la Última Cena. Las palabras y obras de Jesús estaban dirigidas a transmitir el mensaje de que Jesús se entregaba a sí mismo en el pan y en el cáliz.
"Esto soy yo," decía, según Jerome Kodell, OSB. "Al compartir esta comida con ustedes, los estoy trayendo a una relación íntima conmigo." Jesús dice a sus discípulos que lo que beben es su sangre para el perdón de los pecados "de muchos" (Mateo 26:,8). Según Kodell, "de muchos" es un modo semita de decir de todos menos yo mismo.
Como se transmite en Mateo, la Última Cena presenta una Pascua renovada, nuestra Eucaristía y la muerte y resurrección de nuestro Señor. En esta Pascua, se ofrece el perdón a todas las naciones y todos los pueblos y se les invita a comer y beber en el reino de Dios.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 9 de marzo de 2013. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.