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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: October 13, 2012
Este es el primer artículo de una serie de catorce
Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock
Hace cincuenta años, el 11 de octubre de 1962, el papa Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II diciendo, "toda la historia y la vida se centran en la persona de Jesucristo." Al marcar este aniversario comenzando un año de la fe, convocado por el papa Benedicto XVI, lo hacemos como parte de un esfuerzo más amplio conocido como nueva evangelización. Este esfuerzo, nos dice el Papa, no es una fórmula, sino en primer lugar, una "profunda experiencia de Dios."
Ésta es, por tanto, una estación para una conversión renovada hacia el Señor. Es un tiempo que nuestra iglesia nos da para enfocar nuestros esfuerzos en salir al encuentro no sólo de quienes no conocen al Señor, sino de quienes entre nosotros lo hemos conocido y luego nos hemos enfriado en nuestra respuesta de fe. Se nos da una oportunidad de reanimar el fuego en nuestros corazones en la Palabra y el Sacramento (ver Lucas 24,26-32).
Los obispos de los Estados Unidos, en su documento Discípulos Llamados a dar Testimonio, hablan de un proceso de conversión de toda la vida y de la necesidad de cultivar una "cultura del testimonio" en la que esto puede tener lugar. Un camino crucial para experimentar a Dios de modo profundo es la Biblia, y en sus páginas también se puede encontrar toda una nube de testigos.
A través de este Año de la Fe, esta columna mensual considerará cómo la Biblia puede y debe servir como fundamento de crecimiento de nuestra propia fe. El tomar el tiempo para centrarse en acontecimientos como el de Moisés ante la zarza ardiente, y la cena pascual, y la Última Cena nos puede guiar para conmemorar nuestros propios encuentros con Dios.
El prestar atención a Abraham, Sara, María y la mujer en el pozo, nos ayudará a considerar la diversidad de caminos de fe que pueden responder a la llamada de Dios. El mirar cómo se representa a Dios paseando por el jardín del Edén, o hablando con los profetas, o escuchando nuestras oraciones sinceras nos recordará los modos personales en que experimentamos a Dios en el curso de nuestras vidas. Y, de maneras innumerables, se nos recordará el valor de la comunidad de fe en el nutrirnos y apoyarnos mutuamente en el camino.
Hay muchos modos de celebrar este año y muchos modos de educarnos a través de este año. Sin embargo, quizá no haya mejor manera de cultivar una cultura de testimonio que el revisitar los textos sagrados que nos sirven de cimiento.
En su carta a la iglesia de Roma, Pablo el evangelista recuerda a su audiencia que todos los que invocan al Señor serán salvados. Pasa a recordarles el deber de los creyentes en la obra de salvación: "Pero, ¿cómo lo invocarán si no han creído en Él? ¿Cómo oirán si nadie anuncia? ¿Cómo anunciarán si nadie les envía? … la fe nace de la predicación y lo que se proclama es el mensaje de Cristo" (Rom 10,14-15, 17).
Nuestro desafío en este año es apartar tiempo para leer y orar con las palabras de la Escritura. Únase a un grupo de estudio bíblico, pase tiempo en lectura personal diaria de la Biblia, utilice escritos como éste para estimular su imaginación y profundizar su compromiso a crecer en la relación con Dios.
El ya difunto obispo Charles Buswell, que fuera de Pueblo, Colorado, estuvo presente en el Vaticano II y se unió a un grupo de obispos de Estados Unidos en un estudio que preparó el documento sobre la Escritura. De su experiencia, dice, "Llegué a comprender la belleza y la fuerza de la Palabra de Dios de un modo en que antes nunca había sentido. Empecé a ver en la Sagrada Escritura la presencia real del Señor. Empecé a darme cuenta de que, mientras meditaba en la palabra, la fuerza de Dios y su amor, penetraban profundamente en mi mente y corazón transformándome en el tipo de persona a que me llamaba mi vocación cristiana."
En este Año de la Fe, nosotros también podemos redescubrir la belleza y la fuerza del la Palabra transformante del Señor. Como el obispo Buswell, podemos de nuevo convertirnos en testigos del Dios a quien encontramos en ella.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 13 de octubre de 2012. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.