19º Domingo del Tiempo Ordinario, Año B

Publicado: August 9, 2015

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de Catedral de San Andrés de Little Rock y durante una Misa de confirmación en la Iglesia de San José de Conway el domingo 9 de agosto de 2015.


Obispo Taylor

La geometría es el estudio de figuras, y la figura básica más compleja es el espiral, el cual cuenta con longitud, anchura y profundidad, pero es la única figura tridimensional sin área. El espiral regresa a sí mismo como un círculo, pero avanza hacia adelante como una línea. Cada vez que un espiral vuelve a trazar su camino, pasa sobre los mismos puntos, pero siempre en diferente plano.

En el Discurso del Pan de Vida, el cual estamos leyendo sección por sección este mes, el discurso de Jesús hace espiral, regresa para tratar puntos que discutió previamente, pero siempre en niveles cada vez más progresivos — y esto puede ser confuso.

Ustedes y yo estamos acostumbrados a argumentos lineares y análisis lógicos, razonamiento deductivo. Si A > B y B > C, entonces A > C. Pero un argumento en espiral es algo desconocido para nosotros. El único lugar donde la mayoría de nosotros alguna vez nos encontraremos con argumentos en espiral es en el Evangelio de Juan.

En el Evangelio de hoy Jesús clarifica que el pan que él dará es su propia carne, para la vida del mundo.

En el Evangelio de hoy, Jesús regresa para repasar tres puntos que hizo en el Evangelio del domingo pasado, pero a medida que regresa, lo hace en un plano mayor y por lo tanto avanza la discusión. Lo que en la semana pasada fueron sus respuestas a los malentendidos ahora se han convertido en respuestas a las oposiciones. La semana pasada Jesús introdujo al pueblo a nuevos pensamientos. Esta semana él comienza a defender aquellos pensamientos.

El primer pensamiento nuevo tenía que ver con el pensar espiritual vs. el pensar terrenal. La persona que no es capaz de pensar espiritualmente nunca captará lo que Jesús está tratando de decir. El asunto de la semana pasada fue sobre el pan espiritual vs. el pan terrenal. Esta semana el asunto es Jesús como fuente de pan espiritual: un entendimiento espiritual de su origen e identidad vs. un entendimiento terrenal de quién es Jesús.

El pueblo se opone porque conoce a sus padres, así que ¿cómo puede él pretender que ha venido del cielo? Ellos conocen su familia y naturalmente sacan conclusiones sobre su origen. Ustedes y yo sabemos la verdad sobre el origen divino de Jesús: Dios se encarnó y nació de una virgen. Pero los oyentes originales de Jesús aún no estaban listos para las verdades espirituales de esta magnitud.

El segundo pensamiento nuevo de la semana pasada tenía que ver no sólo con creerle a Jesús, sino también creer en Jesús. Y aquí Jesus describe la fe como un don y si no estás abierto para recibir este don, no lo aceptarás incluso si Dios lo ofrece. Nadie viene a Jesús si no lo atrae el Padre. Y aquí Jesús hace una distinción interesante entre oír y ver.

Los creyentes oyen al Padre, aprenden de él, y vienen a Jesús. Pero sólo Jesús ha visto al Padre. La Biblia dice que ningún humano puede ver a Dios y seguir vivo. Jesús puede ver a Dios porque él es Dios, pero ya que Jesús también es humano, ustedes y yo podemos ver a Jesús — y por lo tanto en esa manera vemos a Dios y seguimos viviendo. De hecho, en vez de morir porque vemos a Dios, recibimos vida eterna porque lo hemos visto en Jesús.

El tercer pensamiento nuevo de la semana pasada tenía que ver con Jesús como el verdadero Maná del cielo. No sólo nos da este pan celestial, sino que él es el Pan de Vida que satisface el hambre para siempre. En el Evangelio de hoy Jesús clarifica que el pan que él dará es su propia carne, para la vida del mundo. Dios alimentó a los hebreos con maná en el desierto, pero todos murieron finalmente.

Como todas las cosas, el maná estaba hecho de elementos que de descomponen, así que la vida recibida al comerlo era material y mortal. Sustentó la vida terrenal por un corto tiempo. En cambio, el Pan de Vida no es una cosa, sino más bien una persona: Jesús. Y ya que Jesús es divino e inmortal, la vida que recibimos al consumirlo es divina e inmortal. La Eucaristía da y sustenta la vida eterna para siempre.

Hoy, Jesús regresa para re-enfatizar los puntos que hizo la semana pasada y en el proceso avanza la discusión hacia un nivel de pensamiento espiritual mayor sobre quién es él, lo que la fe en él implica y su don que nos da del Pan de Vida: su carne para la vida del mundo.

En el Evangelio de la próxima semana veremos que a medida que este discurso continúa avanzando en espiral, así también las oposiciones de los adversarios de Jesús. Su oposición más grande la próxima semana será: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Ustedes y yo sabemos la respuesta: ¡La Eucaristía, el cuerpo y sangre verdaderos de Jesús — para nuestra vida y la vida del mundo!