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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: August 2, 2015
Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante las Misas de confirmación en la Iglesia de San Andrés de Danville el domingo 2 de agosto de 2015.
Muchas palabras tienen diferentes significados y un orador habilidoso puede usar dobles sentidos para desplazar una conversación, consiguiendo que se mueva en una dirección diferente. En el Evangelio de hoy la multitud le hace a Jesús una serie de preguntas. Pero Jesús no responde a las preguntas que le hacen. En lugar de esto él utiliza el juego de palabras para introducir a los oyentes a nuevos pensamientos que no habían considerado antes.
El Evangelio comienza con la multitud buscando a Jesús en el otro lado del lago. Le preguntan: “Maestro, ¿cuándo llegaste acá?” Jesús no responde a esta pregunta … ¿qué importa cuándo? En lugar de esto él responde la pregunta que ellos debieron haber hecho, no ¿cuándo? sino ¿por qué? ¿Por qué se esforzaron tanto para buscarlo en primer lugar?
Apenas habían vivido el milagro de la Alimentación de los 5,000, ahora: ¿qué significa esto? Jesús dice: "Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse.” Ellos no están interesados en la señal, el quién y el por qué, ni incluso el “cuándo.” En lo que ellos están realmente interesados es en el “cómo.”
Ellos deben buscar este pan espiritual por lo menos con el mismo deseo y esfuerzo que invirtieron en trabajar para obtener el pan terrenal perecedero.
Ellos piensan que si supieran cómo multiplicó aquellos panes, ellos podrían hacer lo mismo y nunca tendrían que trabajar de nuevo. Ellos quieren poder realizar estos milagros, estas Obras de Dios para ellos mismos, para su propio beneficio material aquí en la tierra. Así que Jesús desplaza la conversación, la mueve en una dirección diferente jugando un poco con la palabra “pan,” la cual tiene un doble sentido aquí, así como lo tiene frecuentemente en español.
Si tu hijo dice “necesito un poco de pan” (o necesito un poco de lana), tú sabes que él está hablando sobre dinero, y no una barra de pan. De manera similar, “pan” aquí no sólo significa el alimento físico — comida, sino también alimento espiritual — las enseñanzas de Jesús, y como pronto aprenderemos, de manera muy especial la Eucaristía.
Jesús desafía a la multitud a elevar sus mentes de las preocupaciones terrenales (cómo obtener pan), a aquellas preocupaciones más importantes que guían a la vida eterna. Ellos deben buscar este pan espiritual por lo menos con el mismo deseo y esfuerzo que invirtieron en trabajar para obtener el pan terrenal perecedero.
Así que cuando ellos preguntan cómo pueden realizar estos milagros, estas “obras de Dios” ellos mismos, Jesús utiliza un poco más el juego de palabras. Sólo Dios puede realizar estos milagros. Lo que ellos pueden hacer es unirse al programa: tener fe en Jesús, aquel a quien Dios ha enviado. Pero aquí de nuevo tenemos una frase con múltiples significados. “Creerle a él” no es lo mismo que “creer en él.”
La gente pide otra señal para comprobar lo que Jesús está diciendo … para poder creerle, y dar crédito a la precisión de su información. Pero Jesús les está pidiendo no sólo que le crean, sino que crean en él: poner su fe en él personalmente, encomendarse a él, creer en él como creen en Dios. Ustedes le creen a un profeta, su mensaje — pero creen en Dios, en su mismo ser.
Y la gente ya piensa que Jesús es un profeta, ¡incluso tal vez el Mesías! Había una creencia popular de que cuando llegara el Mesías, Dios los alimentaría de nuevo con el Maná del cielo, así como lo hizo en el tiempo de Moisés. Así que enseguida la gente le pide una señal como el Maná que Dios les dio a través de Moisés: que comprobaría que Jesús es el Mesías.
Pero Jesús responde que el Maná del cual ellos están hablando no es tan gran cosa: el Maná era pan del cielo sólo en el sentido de que fue del cielo de donde apareció … en cualquier otro sentido era terrenal: alimento físico temporal. Después de haber comido el Maná volvieron a tener hambre. Jesús puede hacer algo mucho mejor que esto y es el punto importante hacia donde los está guiando, a saber, que él — su misma persona — es el verdadero pan del cielo que da vida verdadera al mundo: alimento espiritual permanente.
Y fíjense en esto, él no sólo da ese pan (como Dios lo hizo en el tiempo de Moisés), sino que también él es ese pan que satisface el hambre para siempre. Jesús contesta: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.” El símbolo del Maná se cumple en Jesús. Coman el Maná y vivirán un día más, ¡coman el Pan de Vida y vivirán para siempre!