Ordenación Diaconal de Christopher Elser

Publicado: May 24, 2025

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de Cristo Rey en Little Rock el sábado, 24 de mayo de 2025.


Obispo Taylor

Hoy es un día de gran alegría. A principios de este mes celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y hoy vemos una vez más que nuestras oraciones ya están siendo respondidas. Y no sólo hoy: cinco ordenaciones al diaconado en este mes mariano de mayo, y la ordenación al sacerdocio de Joel Brackett el próximo fin de semana, en línea con el Magníficat que escuchamos proclamado en el Evangelio que eligió Cristobal para esta Misa.

Gracias a Dios, en Arkansas hemos sido bendecidos con jóvenes como Cristóbal que tienen la valentía y la generosidad de abrir sus corazones para recibir el llamado de Dios en sus vidas ... al igual que nosotros, sacerdotes mayores reunidos en esta iglesia hoy.

Nosotros también fuimos jóvenes una vez y conocemos bien la fe y la valentía que se necesitan para arriesgarse a poner toda nuestra vida en las manos de Dios, pero también las bendiciones especiales que Dios derrama en abundancia sobre aquellos que realmente responden a su llamado.

Te agradezco que nos recuerdes a todos que debemos continuar abriendo el corazón todos los días, para poder continuar dando así testimonio convincente de que hay que amar a Dios sobre todas las cosas y que es él a quien servimos cuando servimos a los demás.

Cristóbal, ya has pasado mucho tiempo en esta jornada con el Señor y la ordenación al diaconado es el último paso antes de tu ordenación al sacerdocio el año que viene, ¡primero Dios! Pero esto no es sólo un paso más en el camino. El sacramento de sagradas órdenes es de por vida.

La palabra “diácono” significa “siervo” y no dejarás de ser un diácono cuando te ordene sacerdote. Por medio de la ordenación al diaconado, llegas a ser un “siervo” ¡por el resto de tu vida! ¡Un ministro de la palabra, de los sacramentos y de la caridad!

Para proclamar el Evangelio fielmente, debes ser un siervo de la palabra de Dios. Hay muchos predicadores que se portan como patrones de la palabra. La retuercen para que diga lo que ellos quieren decir ... ¡lo tienen todo al revés! Jesús es la palabra de Dios. Él es tu patrón.

Lo que importa es su voluntad. Su palabra es vida — no nuestra palabra — y hoy llegas a ser un siervo de esa palabra, por vida — en dos sentidos de la palabra: “por vida” porque la palabra de Dios da vida, y “de por vida” porque es por todo el resto de tu vida.

Lo mismo vale para tu rol de ministro de los sacramentos y de la caridad. Tu vida es ahora una vida que vivirás por otros. Por medio de ti, la gente encontrará a Jesús en toda etapa de su vida: los bebés que bautizas, las parejas que casas y los muertos que entierras. servirás en el altar en la Misa, presidirás en reuniones de oración fuera de la Misa y serás un ministro de caridad fuera de estos muros, porque todo diácono es también un siervo de los pobres.

De hecho, aprendimos en los Hechos de los Apóstoles que la Orden de Diáconos fue establecida precisamente para atender a los que fueron descuidados.

Hoy prometes además observar el celibato “por causa del reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres.” Creo que todos estamos conscientes de que no es fácil hacer esta promesa — ¡y tampoco es fácil vivirla!

Pero es una fuente muy rica de bendiciones para ti y para la gente que sirves. Abre tu corazón para abrazar el don del celibato por el reino, y descubrirás en ello una fuente inesperada de fecundidad espiritual que te permitirá servir a Dios y a los demás con más libertad y con dedicación total.

Cristóbal, te presentas a nosotros hoy con un corazón abierto y generoso. Pero te recuerdo que hay que cultivar una vocación, porque de lo contrario se marchitará — y esto no deja de ser cierto después de la ordenación. Ya hemos visto demasiado en el noticiero de lo que puede suceder cuando un sacerdote o un diácono deja descuida este don de Dios.

Por eso, Cristóbal, te agradezco que nos recuerdes a todos que debemos continuar abriendo el corazón todos los días, para poder continuar dando así testimonio convincente de que hay que amar a Dios sobre todas las cosas y que es él a quien servimos cuando servimos a los demás.

Finalmente, me dirijo a los jóvenes aquí hoy, a quienes Dios está llamando a abrir el corazón al sacerdocio, pero que temen lo que esto puede significar. “¡Abre tu corazón!” Dios no sólo llama. ¡También nos ayuda a responder! ¡A dónde Cristóbal ha ido, tú puedes seguir!