33º Domingo del Tiempo Ordinario, Año B, 2024

Publicado: November 17, 2024


Obispo Taylor

Me gustan muchas actividades recreativas, pero una cosa que no me gusta en absoluto es explorar cuevas. No hay ningún lugar más oscuro que las profundidades de una caverna. Para explorarlas, muchas veces hay que arrastrarse en el vientre por largos, estrechos agujeros llenos de lodo, a veces con solo pocas pulgadas de sobra y ningún modo fácil de retirarse si cambie la mente debido a claustrofobia, culebras, escorpiones o murciélagos.

No se puede ver nada sin linterna y aun con linterna no ves mucho. Es muy fácil perderse y si tropieces en un agujero y te quiebres un brazo o pierdas la linterna estarás en gran apuro, pero aun sin desastres, no he podido descubrir lo divertimento en hacerme todo rascado y lodoso en una oscura, húmeda, pegajosa cueva.

Siempre llega el momento cuando solo quiero salir de allá y sé que el regreso será largo. A este punto ayudan mucho las palabras de estímulo, sobre todo si alguien esté herido o sienta pánico, pero no hay nada que iguala la primera vislumbre de luz al ver por primera vez la salida anhelada de estas profundidades oscuras.

Dios está con nosotros para ayudarnos a perseverar. Si entreguemos nuestros apuros a Jesús, tomemos su mano y pongamos nuestra confianza en él, Jesús nos guiará de la oscuridad a la luz. Hay luz al final del túnel--aun si hasta ahora no podemos vislumbrar todavía la salida.

Es así como se sintieron los creyentes durante los días oscuros de persecución. Nuestra primera lectura describe "un tiempo de angustia como no lo hubo desde el principio del mundo," dice que sus apuros eran peores que todos los previamente sufridos, pero sigue inmediatamente con palabras de estímulo.

Daniel les asegura de que si perseveren y no ceden al pánico, sobrevivirán los días oscuros. Hay luz al final del túnel. Y luego, en nuestro Evangelio, Jesús añade a esas palabras de estímulo una descripción de la tribulación final y lo que sucederá después.

No solo el mundo, sino todo el universo — sol, luna, estrellas — se acabarán y luego de ese día oscuro y pavoroso, Jesús, el Hijo del Hombre, vendrá con gran poder y gloria para rescatar a todos aquellos que perseveren, que se queden fieles durante el tiempo de prueba, así que no debemos desesperarnos en el tiempo de angustia, no importa el apuro que sea, no obstante, lo que sufrimos ahora mismo.

Dios está con nosotros para ayudarnos a perseverar. Si entreguemos nuestros apuros a Jesús, tomemos su mano y pongamos nuestra confianza en él, Jesús nos guiará de la oscuridad a la luz. Hay luz al final del túnel--aun si hasta ahora no podemos vislumbrar todavía la salida.