Misa por la Vida 2019

Publicado: January 20, 2019

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa por la Vida anual en el Centro Robinson en Little Rock el domingo, 20 de enero de 2019.


Obispo Taylor

Estoy seguro que la mayoría de ustedes recuerda la visita del Papa Francisco a los Estados Unidos en 2015. Yo estuve allí y atesoro el gran testimonio pro-vida que permaneció en el corazón de la mayoría de sus charlas y homilías.

Una y otra vez él hizo un llamado a tener una ética de vida consistente arraigada en lo sagrado de la vida humana desde el primer momento de la concepción hasta la muerte natural y en cada etapa de su desarrollo.

Cuando habló sobre ciertos temas pro-vida, él insistió en que todo está relacionado — creando así, un puente entre la división de la política estadounidense entre aquellos que están apasionados sobre al aborto pero que son débiles cuando se trata de la justicia social y aquellos que están apasionados sobre la justicia social pero que son débiles cuando se trata del aborto.

Hoy damos testimonio a lo sagrado de la vida en el vientre, pero ese testimonio perderá credibilidad si nos olvidamos de que esta vida permanece sagrada una vez que deja el vientre … en cada etapa de desarrollo hasta la muerte natural.

El aborto es claramente la expresión más depravante de lo que el Papa Francisco llama nuestra “cultura del descarte” y él en ningún lugar implica una falsa equivalencia de todas las innumerables amenazas a la vida, pero tampoco el aborto es un tema independiente, como algunos nos harían creer.

En su homilía dirigida a nosotros los obispos en la Catedral de San Mateo en Washington, él relacionó específicamente “las víctimas inocentes del aborto” a muchos otros temas pro-vida. El Papa Francisco dijo: “Las víctimas inocentes del aborto, los niños que mueren de hambre o bajo las bombas, los inmigrantes que se ahogan en busca de un mañana, los ancianos o los enfermos, de los que se quiere prescindir, las víctimas del terrorismo, de las guerras, de la violencia y del tráfico de drogas, el medio ambiente devastado por una relación predatoria del hombre con la naturaleza, en todo esto está siempre en juego el don de Dios, del que somos administradores nobles, pero no amos. No es lícito por tanto eludir dichas cuestiones o silenciarlas."

Estamos aquí hoy porque no estamos dispuestos a eludir dichas cuestiones o silenciarlas cuando se trata del aborto. El Papa Francisco nos está desafiando a no permanecer en silencio en ninguna de estas otras áreas tampoco.

Esta enseñanza con respecto a una ética de vida consistente no inició con el Papa Francisco. En 1995 San Juan Pablo II emitió una encíclica poderosa titulada “Evangelium Vitae” ("El Evangelio de la Vida" — abreviado EV) donde enfatiza el fomentar una cultura de la vida basada en la enseñanza de Jesús en el Nuevo Testamento e insiste en que la vida humana y la dignidad humana deben protegerse desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.

Este Evangelio de la Vida que proclamamos coloca lo sagrado de la persona humana en el centro de nuestra enseñanza y así toca cada aspecto de la vida — en el vientre, al final de la vida y en cada etapa de su desarrollo. (EV 37)

Si la vida es sagrada, entonces no debería haber eutanasia, ni suicidio asistido por un médico, ni tampoco la pena de muerte en sociedades donde los criminales pueden ser encarcelados y no sean una amenaza a la seguridad pública. (EV 40)

Es por eso que no pude asistir a la manifestación del derecho por la vida el año pasado, la cual destacó a nuestra procuradora general, una declamadora sobre la pena de muerte, a pesar de que ese no era el tema al que se dirigía ese día. Pero todo está interconectado.

Si la vida es sagrada entonces debemos encontrar una manera de proveer acceso universal al cuidado de salud y cuidado compasivo para los ancianos e investigaciones médicas que no requieran la destrucción de embriones humanos. Si la vida es sagrada, entonces la inmigración cuando es necesaria es un tema pro-vida (este planeta nos pertenece a todos), al igual que acoger a los refugiados y trabajar para erradicar la violencia de armas y el desempleo — y en este fin de semana de Martin Luther King, ¡el racismo.

Si la vida es sagrada, entonces dar de comer al hambriento y dar posada a los que no tienen hogar son asuntos pro-vida. Los Papas Benedicto y Francisco entonces construyen sobre la enseñanza de San Juan Pablo II. Por ejemplo, el Papa Francisco va más allá y condena la inequidad económica, lo que él llama: “esa economía que mata.” ("Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio),” EG 53)

Él nos recuerda una vez más que todo está relacionado. El aborto es parte de una economía que mata — la industria del aborto es impulsada por grandes ganancias y muchas de las víctimas son pobres y con pocas posibilidades en la vida.

De ahí la imagen de una prenda perfecta — sin costura — que a menudo se utiliza cuando se refiere a una ética de vida consistente. Sin costura porque todos los temas pro-vida están entrelazados hasta el grado de que si la prenda se rasga, todo empieza a deshilarse.

Hoy damos testimonio a lo sagrado de la vida en el vientre, pero ese testimonio perderá credibilidad si nos olvidamos de que esta vida permanece sagrada una vez que deja el vientre … en cada etapa de desarrollo hasta la muerte natural.