Misa por la Vida 2022

Publicado: January 16, 2022

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa por la Vida anual en el Salón Wally Allen en el Centro de Convenciones Statehouse en Little Rock el domingo, 16 de enero de 2022. Está basada en las lecturas del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Año C.


Obispo Taylor

La palabra griega, “epifanía” significa “manifestación” — una experiencia reveladora. La visita de los Magos es el único evento que usualmente llamamos epifanía, pero los padres de la Iglesia hablan de tres epifanías al comienzo de la vida y del ministerio de Jesús las cuales nos revelan las verdades importantes de nuestra fe.

1.) La visita de los Magos hace dos semanas, la cual reveló la identidad y destino de Jesús — oro para  un rey, incienso para Dios, y mirra para el entierro de aquel quien moriría para salvarnos.

2.) El bautismo de Jesús el domingo pasado, el cual reveló a Dios como una Trinidad de personas compartiendo una naturaleza divina — Jesús el Hijo en quien el Padre se complace, el Espíritu Santo sobrevolando como paloma.

Hoy los invito a que abran los ojos a dos verdades que a menudo pasamos por desapercibido: la vida no deja de ser sagrada una vez que nace el bebé; y ninguna criatura en el vientre estará segura completamente hasta que rechacemos todo lo que amenaza la vida humana o degrada la dignidad humana.

3.) Y hoy la fiesta de las bodas de Caná, la cual revela el comienzo glorioso de la edad mesiánica de Jesús — simbolizado cuando Jesús transformó el agua ordinaria en una sobreabundancia de vino fino.

Hoy también celebramos la cuarta epifanía de alguna manera, porque al estar hoy aquí reunidos revelará también otra verdad fundamental: lo sagrado de toda vida humana porque la vida le pertenece a Dios, no a nosotros, y un día tendremos que dar cuentas de nuestra corresponsabilidad de ella.

Una de las cosas que todas las epifanías tienen en común es que revelan verdades a las cuales habíamos estado ciegos. En el tiempo de Jesús, los judíos esperaban que el Mesías fuera un rey, pero nadie esperaba que también fuera Dios o que él moriría para salvarnos. Ellos conocían a Dios Padre, pero no el resto de la Santísima Trinidad. Y el convertir agua en vino era algo sin precedentes. Hoy ningún católico debería estar confundido sobre el aborto, pero muchos católicos permanecen ciegos al significado pleno de la santidad de la vida.

Hoy los invito a que abran los ojos a dos verdades que a menudo pasamos por desapercibido: 1) que la vida no deja de ser sagrada una vez que nace el bebé, y 2) que ninguna criatura en el vientre estará segura completamente hasta que rechacemos todo lo que amenaza la vida humana o degrada la dignidad humana.

En nuestro país el Evangelio de la Vida es una prenda perfecta que ha ido desbaratándose hasta el punto de tolerar comportamientos absolutamente inmorales como si se tratara de algo que no tiene importancia — después de todo, si la vida no es sagrada, ¿a quién le importa lo que hagan? “¡Vive y deja vivir!”

Tenemos grandes esperanzas de que la Corte Suprema revoque Roe v. Wade, pero eso no acabará con el aborto en nuestro país. Habrá estados donde el aborto seguirá siendo legal y las mujeres desesperadas seguirán buscando abortos, a menudo viajando a uno de esos estados. El aborto no terminará en este país hasta que cada vida sea atesorada y las mujeres tengan el apoyo humano y material que necesitan para criar al hijo que el Señor de la vida les ha confiado.

El Evangelio de la Vida de Jesús proclama la santidad de la vida en cada etapa de la existencia humana desde el momento de concepción hasta la muerte natural y en cada momento entremedio. Eso significa que si viniste aquí hoy para oponerte al aborto, pero dependes de la anticoncepción artificial o esterilización para excluir cualquier posibilidad de recibir una nueva vida, tal vez estés en contra del aborto pero no eres pro-vida.

Si usas fertilización in vitro o un DIU (dispositivo intrauterino) ni siquiera estás en contra del aborto. Si tu corazón no se conmueve a ayudar a aquellos que sufren debido a la pobreza, adicción, o falta de acceso al cuidado médico, leyes de inmigración injustas, violencia domestica, incapacidad o cualquier otra cosa que dañe la dignidad humana, tal vez estés en contra del aborto, pero no eres pro-vida.

Lo mismo es cierto si piensas que está bien ejecutar a criminales que están encerrados y que ya  no son una amenaza para la sociedad. El regalo de la vida que Dios nos da es sagrado, sin importar qué tan útil sea la persona para la sociedad. No es sagrada sólo cuando la mamá decide tener a su bebé — y no deja de ser sagrada si decide no tenerlo. Ya es sagrada, sin importar lo que cualquier persona piense. Si cortas cualquier parte de la prenda perfecta del Evangelio de la Vida, todo comienza a desbaratarse y el daño que resulta es obvio.

Todos nosotros estamos en contra del aborto, así que permítanme recordarles las dos verdades que también necesitan mantener en cuenta mientras trabajamos juntos para dar fin al azote del aborto en nuestro país y en nuestro mundo: 1.) la vida no deja de ser sagrada una vez que nace el bebé; y 2.) ninguna criatura en el vientre estará segura hasta que aceptemos la santidad de toda vida y rechacemos todo lo que amenaza la vida humana o degrada la dignidad humana en cualquier etapa de la existencia humana.