Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe

Publicado: December 12, 2014

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de San Juan Bautista en Hot Springs el viernes, 12 de diciembre, 2014.

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Obispo Taylor

Los españoles que descubrieron América eran conquistadores bastante brutales. Les robaron a los indígenas su oro y plata, les quitaron su dignidad y libertad, y destruyeron su cultura. Esclavizaron a muchos indígenas, y muchos murieron de enfermedades traídos por los colonos. A los indígenas era una situación de pobreza, desesperación y miedo.

Pero no era todo negro. Entre los conquistadores y colonos eran algunos misioneros y ellos trataron de evangelizar a los indígenas de México. Pero debido a su experiencia negativa de los cristianos que conocían, los indígenas no podían creer en el Dios cristiano — el Dios que parecía estar al lado de los opresores. Pero habían algunas excepciones, entre los cuales era un azteca llamado Juan Diego Cuautlatotzin.

Juan Diego era muy devoto. Caminaba diariamente 10 millas a México para asistir a la Misa. Un día, al subir la colina de Tepeyac (llamada por los españoles Guadalupe), se le apareció una Señora morena muy hermosa que le hablaba en Náhuatl, el idioma azteca. Ella le mandó a Juan Diego a la casa del obispo para pedir que erigiera allí un templo en su honor. Entonces, lleno de fe, Juan Diego fue al obispo, Fray Juan de Zumárraga, pero el obispo no creía lo que dijo.

Y era por medio de su amor y de su identificación con ellos que la gente indígena de México llegaron a comprender y aceptar la fe. Y éste es el milagro de Guadalupe.

Rumbo a la casa, la morenita le apareció a Juan Diego una segunda vez para mandarle ir al obispo una segunda vez. Pero el obispo no le creía tampoco esta vez, y pidió además que le traiga una prueba, una señal de la Virgen. El próximo día, María se le apareció una tercera vez en la colina de Tepeyac. Juan Diego le explicó que el obispo le había pedido una prueba. María le dijo de volver el próximo día a esa colina y le daría la señal que exigió el obispo.

Pero ese día, ya que su tío Juan Bernardino estaba gravemente enfermo, Juan Diego fue en busca de un sacerdote para ungir a su tío. Pero aunque perdió su encuentro con la Virgencita, ella se le apareció. Ella le dijo de no preocuparse del tío, que ella le curara. Cuando Juan Diego le pidió la señal para el obispo, ella le mandó subir la colina de Tepeyac, donde encontraría algunas rosas — debería cortarlas, recogerlas y llevarlas a ella.

Lo encontró todo precisamente como había dicho ella, y a pesar del hecho que era invierno en la sierra y había escharcha en el suelo, las flores eran frescas, fragrantes y completamente imposibles ese tiempo del año. Entonces, María le mandó llevárselas al obispo en su tilma, que es un sarape. Cuando finalmente tuvo su entrevista con el obispo, Juan Diego abrió su sarape para dejar caer las rosas al suelo como la señal que él había pedido.

Pero, fíjense, en el sarape mismo era un milagro aún más grande: la imagen de María dibujado en la tilma misma--y sea imposible que haga Juan Diego esta imagen, que también hoy no se puede explicar por la ciencia — y después de 4 siglos y medio, no ha todavía empezado a marchitarse. El obispo creyó esta señal e hizo construir la iglesia que pidió María.

Pero hay otro milagro aun más grande de Guadalupe. ¿Cuál es?  En María la gente humilde y afligida encontraron una Madre que entendía su condición oprimida porque la comparte, una Madre que opta preferencialmente por sus hijos más pobres y afligidos. Apareció con la cara morena y la lengua indígena de la gente desamparada de su tiempo. Y era por medio de su amor y de su identificación con ellos que la gente indígena de México llegaron a comprender y aceptar la fe.

Y éste es el milagro de Guadalupe. La evangelización de México y de las Américas es el milagro principal de Guadalupe. María, hablando la idioma y aceptando la condición de los pobres, es la evangelizadora más grande en toda la historia del mundo.

Nosotros hemos recibido esa misma fe y también esa misma llamado a ser evangelizadoras nosotros mismos. Y María, como Jesús, nos muestran como mejor traer la Buena Nueva a otros. Se identifican con ellos. Tienen una opción preferencial para los pobres. Nosotros no podemos cambiar el color de la cara, pero sí podemos cambiar el corazón. Si María se identificó con nosotros, ¿por qué no podemos nosotros identificarnos con nuestros hermanos y hermanas necesitados?  Si hagamos esto, el milagro de Guadalupe continuará a salvar — ¡también hoy!