Sitio oficial de la Red de la
Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: January 3, 2015
Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante el Retiro “Vengan y Vean” para aquellos que están considerando el sacerdocio en el Centro Católico San Juan el 3 de enero.
En el Evangelio de hoy Juan el Bautista llama a Jesús “el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”. ¿Qué significa esto para Jesús a medida que comienza su ministerio público? Y ¿qué significa para nosotros a medida que buscamos conocer la voluntad de Dios con respecto a la posibilidad del ministerio público en nuestras propias vidas? En el caso de Jesús, el título Cordero de Dios contiene 3 niveles de significado.
1.) El cordero Pascual. Recordarán que la sangre de un cordero inmolado fue rociada sobre los marcos de las puertas de los hogares de los esclavos hebreos en Egipto, de tal manera que cuando el Ángel de la Muerte mató a los primogénitos de Egipto, pasaría de largo sobre sus hogares, liberándolos de la destrucción de aquella noche y finalmente forzando al Faraón a dejarlos en libertad. Así también, como Cordero de Dios, la sangre de Jesús en la cruz nos liberará de la esclavitud del pecado y de la muerte, y nos abrirá la puerta de la vida eterna.
2.) Los corderos del Templo. Los corderos eran sacrificados en el Templo cada mañana y cada tarde en expiación por los pecados del pueblo (Ex. 29, 38-42) y como sabemos por medio de la historia de la anunciación del nacimiento de Juan el Bautista a Zacarías cuando estaba sirviendo en el Templo, Juan era el hijo de un sacerdote y por lo tanto él mismo era un sacerdote debido a que el sacerdocio judío se heredaba. Al llamar a Jesús el Cordero de Dios, Juan está diciendo que a pesar de los rituales del Templo los cuales él conocía muy bien, Jesús es el único sacrificio que verdaderamente puede liberarnos del pecado.
El Señor puede usarte para hacer la diferencia como otro Cristo en el mundo de hoy, como otro Cordero de Dios que se ofrece a sí mismo en sacrificio amoroso porque en nuestro caso en particular, eso es lo que la fidelidad a Dios requiere.
3.) El cordero manso de los profetas, del cual se habla en Jeremías (11,19) e Isaías (53,7) quien por medio de sus sufrimientos redimirá a su pueblo. Juan puede estar diciendo que Jesús es el cordero manso que se dirigió humildemente al matadero para salvarnos.
Así que en cada Misa, cuando rezamos “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo” estamos repitiendo la referencia teológicamente rica de Juan el Bautista acerca de Jesús como cordero Pascual cuya sangre nos libera, nuestro cordero manso que se ofrece diariamente en el sacrificio incruento de la Misa para nuestra propia redención y por las necesidades del mundo entero.
Jesús se ofrece a sí mismo al Padre tanto como sacerdote y víctima: él ofreció el sacrificio como sacerdote y él fue el sacrificio como víctima … y ese sacrificio continúa hoy en día. Cada sacerdote es conformado a Jesús con una intimidad especial mediante la ordenación de tal manera que se convierte en un “alter Christus”, otro Cristo. Y por lo tanto otro Cordero de Dios, de tal manera que en cada Misa el sacerdote ofrece su propio cuerpo y sangre en sacrificio al Padre también, unido a aquel de Jesús.
En términos meramente humanos, esto por supuesto parece imposible — ¡pero nada es imposible para Dios! Así que abre tu corazón a la posibilidad de que el Señor te haya elegido a ti para este papel tan íntimo y exigente y conmovedor en su gran trabajo de salvación hoy.
No sólo vivir por algo mayor que ti mismo en general, sino más bien vivir por lo más grandioso de todo: Dios mismo quien te invita a ser otro Cristo, otro Cordero de Dios quien quita los pecados del mundo —1.) sacramentalmente mediante el Bautismo, mediante la absolución a los pecadores en la Confesión, mediante la ofrenda de la Eucaristía, ejerciendo tu sacramento de Órdenes Sagradas, y 2.) pastoralmente trabajando para construir el Reino de Dios a través de tus esfuerzos para corregir la maldad en el mundo de hoy.
Muchas personas aún vagan en la oscuridad porque no hay nadie que les lleve la luz: la oscuridad de la pobreza, de la injusticia, del comportamiento inmoral, del materialismo y miles de otros tipos de oscuridad, tanto interna como externa. El Señor puede usarte para hacer la diferencia como otro Cristo en el mundo de hoy, como otro Cordero de Dios que se ofrece a sí mismo en sacrificio amoroso porque en nuestro caso en particular, eso es lo que la fidelidad a Dios requiere.