Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo de 2022

Publicado: November 20, 2022

El Obispo Anthony B. Taylor celebró Misa en la Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores en Springdale el domingo, 20 de noviembre, 2022. Él no predicó la siguiente homilía, pero la preparó para la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.


Obispo Taylor

Si vas al centro geográfico de México ¿qué encuentras? Un monte famoso en el estado de Guanajuato: El Cubilete. ¿Y qué encuentras en este monte al centro exacto de México? Una estatua inmensa de Cristo Rey. La idea es que Jesús debe ser el centro, el punto de referencia de todo lo que hace su nación, aun cuando la realidad de su gobierno — como también la de nuestro gobierno — todavía deja mucho que desear.

Si vas al centro de los 50 Estados Unidos ¿qué encuentras? Un monte famoso en el estado de Dakota del Sur: Monte Rushmore. ¿Y qué encuentras en este monte al centro de los Estados Unidos? Las cabezas de los presidentes Washington, Jefferson, Lincoln y Theodore Roosevelt. La idea es que lo que representan estos presidentes debe ser el centro, el punto de referencia de todo lo que hace nuestra nación.

Pero a diferencia de El Cubilete, Monte Rushmore no está en el centro exacto de los Estados Unidos, lo que queda de hecho unos cien millas más al norte. Ese sitio todavía está disponible. ¡Yo creo que conviene erigir allá una estatua de Cristo Rey para nuestro país! Muchos de nuestros problemas tienen su origen en el hecho que no hacemos a Jesús el centro, el punto de referencia de todo lo que hacemos como nación.

Cristo es rey. Lo único que nos queda es jurarle fidelidad, abrazar su programa, haciéndolo el punto de referencia de todo lo que hacemos. Es sólo entonces que él llega a ser nuestro rey de veras (en el sentido completo de la palabra) rigiendo — guiando desde adentro — todo lo que hacemos. Y no es demasiado tarde para empezar.

Pero para hacer que Cristo Rey sea el centro de nuestras vidas, tendremos que hacer mucho más que solo erigirle una estatua. Las estatuas sirven sólo para ayudarnos a recordar y hay mucho que debemos recordar.

Primero, Jesús es nuestro rey, no nuestro presidente. No debe su reinado a nosotros y no debe darnos cuentas. Él es rey porque venció a Satanás, quien era el rey anterior del mundo y porque Dios Padre le dio el dominio y puso todo debajo sus pies.

Segundo, Jesús rige un reino, no una república. El es todos las tres partes del gobierno divino: rige, hace leyes y juzga. Democracia es el mejor sistema de gobierno humano y la separación de poderes en nuestro gobierno es preciso porque los regidores, legisladores y jueces humanos no lo saben todo, ni pueden todo, ni aman todo. ¡Pero así es Cristo Rey! Por eso, a diferencia de todo gobierno humano, su reino nunca fallará!

Tercero, Jesús es rey como ningún otro. Su poder es más evidente cuando consideramos su aparente debilidad. Su corona es de espinas y no de oro. Él persuade en lugar de forzar. Su reinado es universal, no limitado por el tiempo (rey de todas las edades, de todos los vivos y muertos desde la creación del mundo) ni por el espacio (rey de todas las naciones) ya en esta vida y plenamente en la edad que viene.

Cristo es rey. Lo único que nos queda es jurarle fidelidad, abrazar su programa, haciéndolo el punto de referencia de todo lo que hacemos. Es sólo entonces que él llega a ser nuestro rey de veras (en el sentido completo de la palabra) rigiendo — guiando desde adentro — todo lo que hacemos. Y no es demasiado tarde para empezar.

La vida terrena de los dos ladrones crucificados con Jesús habría sido mucho más agradable y habría tenido un fin menos doloroso si antes hubieran empezado a hacer la voluntad de Dios el centro de su vida, pero aun en su última hora de vida, no les fue demasiado tarde para ser admitidos al Reino de Dios. Y lo mismo vale para nosotros.

Cada vez que decimos "Venga tu reino" nos comprometemos a hacer la voluntad de Dios "en la tierra como en el cielo," lo que hacemos sólo por hacerle a Jesús el centro, el punto de referencia de todo lo que hacemos.

Si conformamos nuestra voluntad a la de Jesús ahora, sus palabras al ladrón arrepentido estarán dirigidas también a nosotros: "Estarás conmigo en el paraíso."