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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: May 28, 2015
Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Catedral de San Andrés de Little Rock el jueves 28 de mayo de 2015. Se basa en las siguientes lecturas: Hechos 6,1-7; Efesios 6,10-20; y Juan 15,1-8.
La palabra “seminario” proviene de una palabra en latín que significa "semillero" o "invernadero." En este caso, un lugar donde la semilla de una vocación es cultivada: permitiéndole que germine, sus zarcillos crecientes serán apoyados y preparados y podados.
Algo así como lo que hacemos con las plantas de jitomate: regándolas, fertilizándolas, enderezando la planta cuando es necesario y arrancando las ramas débiles que no producen para poder aumentar la producción de las ramas que sí producen.
Y Taryn y Mario, ustedes aún tienen un año más de cultivo espiritual por el que deben pasar en el invernadero que llamamos San Meinrad. Pero no solamente un año más para crecer y podar en la viña del Señor. Su viña es el mundo y les puedo asegurar por experiencia propia, que éste podar continuará.
Pero unidos a él, ustedes producirán fruto en abundancia. O más precisamente, él producirá fruto en abundancia a través de ustedes, a través de su ministerio.
Es la razón por la cual estoy tan contento que el discurso de Jesús sobre la vid y los sarmientos sea la lectura del Evangelio para su ordenación al diaconado. Ambos de ustedes crecieron en hogares cristianos firmes y la semilla de la fe en Jesús fue plantada en ustedes a temprana edad.
Mario: Tu tuviste la gran bendición de tener una madre muy abnegada que sabía confiar en el Señor a pesar de los muchos retos que enfrentó para criarles como madre soltera. ¡Sabía que iba a tener que hacer un doble trabajo! Trabajó duro durante toda su vida para ayudarles a superarse, pero también sabía que no iba a poder hacerlo sola ... así que con mucha confianza en la providencia divina, se entregó a Jesucristo, su Salvador.
Encontró fuerza en él y en su parroquia para poder seguir adelante a pesar de muchos desafíos. Y Mario, estoy muy contento que tu párroco de Atlanta, el Padre Joseph Shaute, está aquí con nosotros hoy. Él tuvo un rol muy importante en tu vocación como también en la vida de tu familia.
Taryn: Tú, de otra mano, tuvo la gran bendición de ser criado en una familia sólida y cristiana, con padre y madre, y la bendición aun más grande de tener un padre que es el pastor de una Iglesia Pentecostal. Taryn, es una gracia especial del Señor que tienes a un padre que tiene la riqueza de mucha experiencia pastoral y que puede compartirla contigo ahora que empiezas tu propia vida de ministerio público en la viña del Señor.
En ambos de sus casos, la hogar de su niñez fue su primer seminario, el lugar donde la semilla de la fe comenzó a crecer y desarrollarse. Y no sólo ahí, también en las Iglesias de su niñez y a principios de su vida adulta. A lo largo de estos años el Señor los ha podado y los ha guidado en senderos en su camino de fe con él que nadie más pudo haber predicho, trayéndolos finalmente a la mejor parte de su viña: ¡la Diócesis de Little Rock. Y les garantizo que éste podar continuará en todos los años de ministerio ordenado que les esperan.
Pero noten que, ustedes no son la semilla. Jesús es la semilla. Él ha estado creciendo dentro de ustedes todo este tiempo. Ustedes le pertenecen, son parte de él, un miembro de su Cuerpo Místico de Cristo vivo y activo en el mundo hoy … pero él es la cabeza de la Iglesia, él es la Vid y ustedes sus sarmientos, así como yo y como todos los demás aquí presentes.
Él es la savia que da vida y nos alimenta, sin ella moriremos … y por lo tanto si son arrancados de él ustedes no podrán producir fruto. Pero unidos a él, ustedes producirán fruto en abundancia. O más precisamente, él producirá fruto en abundancia a través de ustedes, a través de su ministerio.
Esto es parte de lo que encontramos en la extraordinaria segunda lectura de la carta de San Pablo a los Efesios que han elegido hoy, extraordinaria porque ustedes — y San Pablo — reconocen que actualmente estamos en una batalla entre el bien y el mal, y que como ministros ordenados ustedes estarán al frente en esta lucha universal.
El odio hizo lo peor el Viernes Santo, pero Jesús se dio a sí mismo en amor abnegado y por lo tanto venció el poder del pecado y de la muerte. Satanás puede hacer muchísimo daño — como lo vemos en las noticias cada día y como lo verán en las vidas de algunos de sus parroquianos — pero Satanás no puede derrotar el amor. Así que “lleven con ustedes las armas de Dios” — el escudo de amor abnegado — “para que puedan resistir las maniobras del diablo … tomen la verdad como cinturón” en todo lo que digan y hagan, “y la justicia como coraza … usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios”.
¡Muy apropiado para dos hombres que están a punto de ocupar un ministerio de la predicación de la Palabra de Dios como diáconos ordenados!