Ordenación Diaconal de Martin J. Siebold

Publicado: May 18, 2016

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la parroquia del Inmaculado Corazón de María en North Little Rock (Marche) el miércoles 18 de mayo de 2016.


Obispo Taylor

Hace un poco menos de 2,000 años, la Iglesia primitiva descubrió que tenía un problema. Una parte del pueblo estaba siendo ignorado. Los recién llegados estaban siendo desatendidos.

Las viudas de cristianos que hablaban griego en la comunidad de Jerusalén estaban siendo desatendidas por los cristianos que hablaban arameo “en la distribución diaria,” y esto condujo a la restructuración de la Iglesia para atender mejor las necesidades de la comunidad.

Había dos grupos con diferente idioma y los siete hombres seleccionados para ser los primeros diáconos fueron elegidos con el mero propósito de cerrar la grieta que había surgido en la vida de la Iglesia. Ellos debían ser el pegamento dentro de la comunidad.

Y ya que serás ordenado al sacerdocio el próximo año, con el favor de Dios, hoy también prometerás públicamente vivir el celibato por el resto de tu vida como un “signo de tu consagración a Cristo, por causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres”.

Como veremos, sin embargo, a medida que el tiempo progresó y las necesidades de la Iglesia aumentaron, el rol de estos primeros diáconos aumentó para satisfacer estas necesidades. Ahora bien, ellos no solamente estaban sirviendo mesas. Dos de ellos, Esteban y Felipe, fueron presentados enseguida como predicadores de las Buenas Nuevas como ministros de la Palabra y el diácono Esteban, por supuesto, se convirtió en mártir.

Aquí en Arkansas, en el transcurso de las próximas dos semanas, ordenaremos a siete hombres al diaconado (uno de los cuales será un diácono permanente) y cinco diáconos actuales al sacerdocio. Y vale la pena notar que no dejas de ser un diácono una vez que te conviertes en un sacerdote, o un obispo, en realidad.

Lo que significa que el ministerio diaconal triple — el ministerio de caridad, el ministerio de la palabra y el ministerio del altar — es fundamental para todos los ministros ordenados en la Iglesia Católica.

Martín, estás ante nosotros hoy como un hombre que ha sido llamado por la Iglesia para servir al Señor como un ministro de caridad, como un ministro del altar y como un ministro de la palabra. Has aprendido español muy bien porque sabes que el Señor te ha llamado para cerrar una grieta que ha surgido en la vida de nuestra Iglesia local.

Has estudiado teología no solamente porque la Iglesia así lo requiere, sino porque tú quieres estar bien capacitado para proclamar las Buenas Nuevas de la muerte y resurrección redentora de Jesús, y para explicar lo que esto significa en nuestras vidas cotidianas.

Y has sido formado en la liturgia de la Iglesia con el fin de capacitarte para ayudar en la Eucaristía, presidir en la oración pública, administrar el bautismo, bendecir matrimonios, llevar el viático a los moribundos y realizar ritos funerarios.

Y ya que serás ordenado al sacerdocio el próximo año, con el favor de Dios, hoy también prometerás públicamente vivir el celibato por el resto de tu vida como un “signo de tu consagración a Cristo, por causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres”. En todo esto, tú estás haciendo un compromiso que va profundamente en contra de la corriente.

Una preocupación particular por los pobres y marginados siguiendo el ejemplo de Jesús. Una vida dedicada a proclamar el Reino de Dios en un mundo abatido por la oscuridad, en una sociedad que muchas veces habla sobre Jesús pero sigue su vida haciendo lo opuesto. Y por supuesto nada puede ir tanto en contra de la corriente o ser un signo más poderoso en la sociedad hedonística de hoy que tu compromiso al celibato.

Este significa mucho más que solo abstinencia sexual. La castidad nos obliga a ser puros no solo en nuestras acciones, sino también en nuestros pensamientos y palabras, puros en nuestro modo de tratar con los demás — sin decepción, sin mensajes mixtos. Puros y sinceros en los deseos del corazón. Y esto requiere, obviamente, muerte a uno mismo, que es el fundamento de una vida por los demás.

Martín, tu respuesta fiel al llamado del Señor es una inspiración para todos nosotros. Estoy orgulloso de darte la bienvenida al grupo de clérigos ordenados de la Diócesis de Little Rock. Cuenta con nuestras oraciones a medida que entregas plenamente tu ser y tu futuro en las manos del Señor hoy.