Ordenación Diaconal de Esteban Elser, José DeOrbegozo, Patricio Friend

Publicado: May 24, 2017

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de Cristo Rey en Little Rock el miércoles, 24 de mayo de 2017.


Obispo Taylor

Como dije el domingo pasado en nuestra celebración de los 40 años de sacerdocio del Mons. Malone, esta es una semana maravillosa para nuestra diócesis y sobre todo la Parroquia de Cristo Rey.

Cuarenta años de sacerdocio que ha producido mucho fruto, incluyendo muchas vocaciones de esta parroquia — entre ellos están: Esteban Elser, José De Orbegozo y Patricio Friend — tres de los siete que ordenamos al diaconado este año en preparación para su ordenación al sacerdocio el año que viene.

Y luego este sábado, ordeno a cinco hombres al sacerdocio aquí mismo en Cristo Rey, incluyendo a Esteban Hart, también de esta parroquia. Ya que nuestros seminaristas asisten en todas estas ordenaciones, eso me da la oportunidad de hablar de varios aspectos del ministerio a lo largo de esta serie de homilías de ordenación. Y ya que Patricio, José y Esteban eligieron Hechos 6:1-7 para su Segunda Lectura, es de eso que quiero hablar hoy.

La castidad nos obliga a ser puros no solo en nuestras acciones, sino también en nuestros pensamientos y palabras, puros en nuestro modo de tratar con los demássin decepción, sin mensajes mixtos. Puros y sinceros en los deseos del corazón. Y esto requiere, obviamente, muerte a uno mismo, que es el fundamento de una vida por los demás.

Hace un poco menos de 2,000 años, la Iglesia primitiva descubrió que tenía un problema. Una parte del pueblo estaba siendo ignorado. Los recién llegados estaban siendo desatendidos. Las viudas de cristianos que hablaban griego en la comunidad de Jerusalén estaban siendo desatendidas por los cristianos que hablaban arameo “en la distribución diaria” y esto condujo a la restructuración de la Iglesia para atender mejor las necesidades de la comunidad.

Había dos grupos con diferente idioma y los siete hombres seleccionados para ser los primeros diáconos fueron elegidos con el mero propósito de cerrar la grieta que había surgido en la vida de la Iglesia. Ellos debían ser el pegamento dentro de la comunidad. Como veremos, sin embargo, a medida que el tiempo progresó y las necesidades de la Iglesia aumentaron, el rol de estos primeros diáconos aumentó para satisfacer estas necesidades.

Ahora bien, ellos no solamente estaban sirviendo mesas. Dos de ellos, Esteban y Felipe, fueron presentados enseguida como predicadores de las Buenas Nuevas como ministros de la Palabra y el diácono Esteban será el primer mártir.

José, Patricio y Esteban, están ante nosotros hoy como hombres que han sido llamados como los primeros diáconos hace 2,000 años: para servir al Señor como ministros de caridad, como ministros del altar y como ministros de la palabra.

Han aprendido español porque el Señor les ha llamado para cerrar una grieta que ha surgido en la vida de nuestra Iglesia. Han estudiado teología porque quieren estar bien capacitados para proclamar las Buenas Nuevas de la muerte y resurrección redentora de Jesús, y para explicar lo que esto significa en nuestras vidas cotidianas. Y han sido formados en la liturgia de la Iglesia para capacitarse para ayudar en la Misa, bautizar, bendecir matrimonios, llevar el viático a los moribundos y realizar ritos funerarios.

Y ya que serán ordenados al sacerdocio el próximo año, hoy también prometen vivir el celibato por el resto de su vida como un “signo de su consagración a Cristo, por causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres”. En todo esto, hacen un compromiso que va en contra de la corriente.

Una preocupación particular por los pobres y marginados siguiendo el ejemplo de Jesús. Una vida dedicada a proclamar el Reino de Dios en una sociedad que muchas veces habla sobre Jesús pero sigue su vida haciendo lo opuesto.

Y por supuesto nada puede ir tanto en contra de la corriente o ser un signo más poderoso en la sociedad de hoy que tu compromiso al celibato. Esto significa mucho más que solo abstinencia sexual. La castidad nos obliga a ser puros no solo en nuestras acciones, sino también en nuestros pensamientos y palabras, puros en nuestro modo de tratar con los demássin decepción, sin mensajes mixtos. Puros y sinceros en los deseos del corazón. Y esto requiere, obviamente, muerte a uno mismo, que es el fundamento de una vida por los demás.

Esteban, Patricio y José, su respuesta al llamado del Señor es una inspiración. Estoy orgulloso de darles la bienvenida al clero de la Diócesis de Little Rock. Cuentan con nuestras oraciones mientras entregan plenamente su ser y su futuro en las manos del Señor hoy.