Día de Firma como Seminarista en Jonesboro

Publicado: August 1, 2018

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante una Misa para recibir la carta de intención de Quinn Thomas para convertirse en un seminarista de la Diócesis de Little Rock en el Centro Parroquial del Santísimo Sacramento en Jonesboro el miércoles, 1º de agosto, 2018. Está basada en las lecturas para la fiesta de San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, que incluye el Evangelio de Mateo 13,44-46.


Obispo Taylor

Durante nuestra Misa hoy, Quinn Thomas firmará formalmente su Carta de Intención para convertirse en un seminarista y si Dios quiere, un día un sacerdote de la Diócesis de Little Rock — una vocación al sacerdocio siendo su “perla de gran valor”.

Así que pienso que es especialmente apropiado que la lectura del Evangelio que tenemos hoy — no planeamos esto, es sólo el Evangelio que la Iglesia asigna al día de hoy en el leccionario — es la parábola de Jesus que el reino de Dios es como un hombre en busca de una perla fina que cuando la encuentra “¡va y vende cuanto tiene y la compra!”

Bueno, los sacerdotes pasan años en busca de la perla que Dios ha elegido para ellos, discerniendo nuestra vocación — Quinn tiene por lo menos ocho años de seminario delante de él y ya ha estado discerniendo esto por algún tiempo. Pues, nosotros sacerdotes pasamos años buscando la perla que Dios ha escogido para nosotros, discerniendo nuestra vocación. Y al encontrarla, le dimos todo para hacerla nuestra.

Esta perla es realmente "de gran valor" — el celibato es costoso, la obediencia es costosa, la muerte a uno mismo es costosa, por lo que también es muy valiosa. Los ladrones roban lo que es valioso y así, Satanás intenta robar nuestro sacerdocio.

Esta perla es realmente "de gran valor" — el celibato es costoso, la obediencia es costosa, la muerte a uno mismo es costosa, por lo que también es muy valiosa. Los ladrones roban lo que es valioso y así, Satanás intenta robar nuestro sacerdocio.

De ahí la advertencia de Jesús en el Evangelio de san Mateo: "No den a los perros lo que es santo, ni echen sus perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, les despedacen”. Este fue, por coincidencia, el Evangelio que la Iglesia nos dio el mes pasado para la celebración del jubileo de aquellos sacerdotes que cumplen 25, 40, 50 y 60 años de servicio fiel.

De ahí la importancia de proteger esta perla de todo lo que pueda dañarla. En la celebración de jubileo señalé que es útil notar que la perla es el producto de irritación, lo que nos recuerda que la fidelidad a nuestro sacerdocio no siempre es fácil. ¿Sabes cómo se hacen las perlas?

Un grano entra en la ostra cuando las valvas están abiertas para la alimentación y se incrusta entre la cáscara y la piel suave de la ostra. La ostra se segrega una sustancia que recubre el irritante, formando una perla.

Muchos de nosotros hemos experimentado una llamada al sacerdocio que era así: Jesús no quiso dejarnos en paz — ¡sobre todo cuando nuestro caparazón estaba abierto y dejamos bajar la guardia! A veces, esto era bastante irritante. Pero el Señor persistió y empezó a formar una perla dentro de nosotros.

Este proceso se inició antes de entrar al seminario y ha continuado desde la ordenación. Jesús convierte cada reto en una oportunidad para hacer nuestra perla más hermosa. Aun nuestros tropiezos, una vez que aprendemos de ellos.

De ahí la importancia de avalarnos de la ayuda espiritual a nuestro alcance: un buen confesor y director espiritual, la Misa y hora santa diaria, amistades sanas y evitar las ocasiones próximas del pecado, etc.

Hoy damos gracias a Dios por las oportunidades que nos da para crecer en santidad — y también por los retos que utiliza para formar a los seminaristas en la clase de sacerdotes que él quiere que seamos.

Nosotros los sacerdotes tenemos el honor de servir a las personas que Jesús confía a nuestro cuidado, ¡por lo que la Iglesia nos invita a morir a nosotros mismos como una condición para la ordenación!

Este fue el gran precio que Jesús pagó por nosotros. Como les recordé a nuestros sacerdotes en la celebración de jubileo, cuando nos postramos ante el altar durante la letanía de los Santos como un signo visible que a través de la ordenación, morimos a este mundo para que, como Jesús, en cuyo sacerdocio participamos, podamos dar vida a otros.

En el bautismo morimos sacramentalmente para que nosotros podamos vivir. En la ordenación morimos para que otros puedan vivir. Y luego Jesús nos envía al mundo con la misión de dirigir a la gente al camino angosto que lleva a la vida ... ¡lo cual sólo será posible si nos mantenemos en ese camino estrecho nosotros mismos!

Quinn, estamos orgullosos de ti y rogamos por ti a medida que firmas tu carta de intención. Jesús coloca ante ti “una perla de gran valor” y tú has indicado tu deseo de hacerla tuya, respondiendo a lo que tú crees que es el llamado de Jesús al sacerdocio. ¡Espero con gusto compartir contigo el siguiente paso de ese camino con el Señor durante el próximo año en nuestra Casa de Formación en Little Rock!