5º Domingo de Cuaresma del Año B

Publicado: March 22, 2015

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa de confirmación en la Iglesia de San Bonifacio en Fort Smith el domingo 22 de marzo de 2015.


Obispo Taylor

"Si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto."

Es decir, si el grano de trigo tiene vida adentro, no es estéril. No todas las semillas brotan. Tienen que estar vivas y morir, ¡no ya muertas antes de sembrar!  Las semillas muertas no brotan, sólo se pudren.

El Evangelio de hoy nos da el equivalente en Juan de la Agonía en el Jardín que se encuentra en los otros tres Evangelios. En Juan funciona como un discurso en público en medio de la Semana Santa, después de la unción de Jesús en Betania para entierro y su entrada en Jerusalén el Domingo de Ramos, y antes de la Última Cena, no más tarde en la noche como en los demás Evangelios.

Satanás puede hacer su peor, y como con Jesús, puede parecer que nos haga mucho daño, pero no puede prevalecer si estás unido plenamente al Señor.

Aquí Jesús habla de su "hora." La "hora" de su glorificación, levantado de la tierra, atrayendo a todos a sí mismo — muriendo en la cruz. ¿Cómo le glorificará esa cruz?

  • La cruz le glorificará porque al hacer la voluntad del Padre le glorifica al Padre.
  • La cruz le glorificará porque al cumplir la misión que Dios le ha dado, nos salvará.
  • La cruz le glorificará porque con ella romperá el poder del pecado y la muerte.

Satanás hará su peor, pero no prevalecerá. Las autoridades romanas aplicarán su poder político y militar, pero su condenación no puede quitarle la vida a Jesús porque ya es muy tarde: ya la ha ofrecido libremente — y por lo tanto, ya no la quitan contra su voluntad. Los líderes religiosos harán todo lo posible para callar a un hombre que proclamó verdades que minaron su autoridad y desenmascararon su hipocresía, pero cuando se trataba de la palabra de Dios, Jesús nunca dejó que lo callaran. Siguió proclamando la verdad de Dios sin inmutarse.

Jesús glorificaba a Dios porque siempre buscaba agradar a Dios en todo lo que hacía, sin preocuparse sobremanera de si también agradaba a la muchedumbre, ni a los poderes fácticos, ni siguiera a sus discípulos. Él fue ese grano de trigo lleno de vida interior que fue plantado la tarde del Viernes Santo y brotó el Domingo de Pascua, y que sigue dando frutos incalculables hoy.

Una semilla plantada hace 2,000 años, 2 billones de cristianos hoy — 1,2 billones de los cuales son católicos. ¡Y piensan en todos los demás billones de cristianos que nos han precedido en el transcurso de más de 100 generaciones de creyentes durante los últimos 20 siglos!

Este crecimiento abundante se debe en parte al hecho que en cada una de estas 100 generaciones, se ha plantado esa semilla de nuevo para producir así la siguiente cosecha. Tú y yo somos esa semilla hoy, y nosotros glorificaremos a Dios si estamos comprometidos como lo estaba Jesús, abrazando nuestras cruces con amor abnegado como él lo hizo. Estas cruces no son las adversidades inevitables de la vida que de todos modos no podíamos evitar — todos tenemos que enfrentar adversidades y el mero soportar las dificultades inevitables de la vida no conlleva automáticamente ningún beneficio particularmente redentor.

No, estas cruces son las adversidades que podíamos haber evitado, pero no las esquivamos porque la fidelidad a Dios nos obliga a abrazarlas. Para hacerlo, tendremos que buscar hacer la voluntad de Dios en todo, como lo hizo Jesús, no nuestra voluntad, ni ceder a la presión bien intencionada de nuestra familia o la presión de nuestros amigos.

Para nosotros, ¡la voluntad de Dios viene primero! De esta manera, cumplimos la misión que Dios ha dado a nosotros y hacemos nuestra parte para romper el poder del pecado y de la muerte en el mundo en que vivimos hoy. Satanás puede hacer su peor, y como con Jesús, puede parecer que nos haga mucho daño, pero no puede prevalecer si estás unido plenamente al Señor. Si ofreces tu vida plena y libremente al Señor, no la puede quitar nadie porque ya la has sacrificado.

Si proclamas la verdad de Dios sin inmutarte, no podrá callarte nadie. Sí, conduce hacia la cruz, ¡pero está allí dónde se radica el poder de Dios y es por abrazar la cruz con amor abnegado que glorificamos a Dios! "Si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto."