Solemnidad de la Santísima Trinidad 2025

Publicado: June 14, 2025

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Celebración del Jubileo el 14 de junio de 2025 en la Iglesia de San Rafael en Springdale.


Obispo Taylor

Hoy es el Domingo de la Santísima Trinidad y la Misa de clausura de nuestro Avivamiento Eucarístico,ye el Jubileo de Esperanza, al igual que el Día del Padre, que significa un día para dar gloria a nuestro Padre Celestial, junto con el Hijo, nuestro Señor Eucarístico, y el Espíritu Santo, y al mismo tiempo para orar y dar gracias a Dios por nuestro Padre aquí en la tierra por medio de quien nos ha dado la vida.

Primero, enfoquémonos en la Santísima Trinidad y nuestro Avivamiento Eucarístico, ya que la Trinidad y la Eucaristía son tan centrales a nuestra fe, y me gustaría iniciar con una pregunta: En Misa, cuando rezamos a “Nuestro Señor”, ¿a quién le estamos hablando? ¿A Dios Padre o a Jesús? En los Evangelios--antes de su muerte—cuando la gente llama a Jesús “Señor”, pensaba que él era una gran persona pero aún solamente humano. Fue sólo después de Pentecostés que la gente comenzó a entender que Jesús era Dios al igual que hombre, de tal manera que a diferencia de María y los santos, cuando nosotros le rezamos a él, hacemos más que sólo alabarlo y pedirle que interceda por nosotros. Nosotros lo adoramos así como adoramos al Padre porque Jesús es Dios también, la 2ª persona de la Trinidad. Entonces, cuando rezamos a “Nuestro Señor” en la Misa, ¿a quién le estamos hablando? Pues, cuando inicio con “Oremos”—la respuesta es, a “Dios Padre”, pero ya que la Trinidad es Un Dios, no podemos dirigirnos al Padre sin incluir también al Hijo y al Espíritu Santo. Es por eso porque, aunque estas oraciones son dirigidas al Padre, son “por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos”.

Pero también hay otros momentos durante la Misa cuando dirigimos nuestras oraciones directamente a Jesús en lugar que al Padre, a saber cada vez que pedimos por el perdón de nuestros pecados. Ya que él es el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”, es principalmente a nuestro Señor Eucarístico a quien pedimos que tenga misericordia de nosotros, tanto en el Rito Penitencial al comienzo de la Misa y en el Cordero de Dios justo antes de la Comunión. Pero de nuevo, sin excluir al Padre ni al Espíritu Santo, porque también rezo “Que Dios Todopoderoso — el Padre — tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”.

 En Misa, cuando rezamos a “Nuestro Señor”, ¿a quién le estamos hablando? ¿A Dios Padre o a Jesús? 

¿Y qué del Espíritu Santo? Bueno, tal vez les sorprenda aprender que aunque hablamos con el Espíritu Santo, ¡no nos dirigimos en ninguna oración directamente a él durante la Misa! Pero en la Oración Eucarística tenemos la epíclesis, cuando el sacerdote extiende sus manos sobre la ofrenda, con la cual pedimos al Padre que “santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor”. Y luego un poco después pedimos que “el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Además, el Espíritu Santo es una parte muy importante de todas nuestras oraciones, ya sean dirigidas directamente al Padre o al Hijo, porque el don de la oración misma, nuestra misma habilidad para rezar, viene del Espíritu Santo que se mueve dentro de nosotros y entre nosotros como Iglesia.

Hoy, mientras nos reunimos para celebrar la Fiesta de la Santísima Trinidad, que este año también coincide con la Misa de clausura de nuestro Avivamiento Eucarístico y el Día del Padre, dirigimos nuestras oraciones a las tres personas de la Santísima Trinidad. Rezamos para hacer la voluntad del Padre en la tierra como en el cielo, y le pedimos que provea para nuestras necesidades. Rezamos a Jesús por el perdón y la paz. Y pedimos al Espíritu Santo que nos una y nos haga santos en el cuerpo y sangre de Cristo. Y hoy en el Día del Padre invocamos a todas las tres personas de la Santísima Trinidad, pidiendo a Dios que derrame abundantemente sus bendiciones sobre estos hombres que con sus esposas, en la mayoría de los casos fueron nuestros primeros maestros en la fe. Fue por medio de nuestros padres naturales que Dios, nuestro Padre celestial, nos ha dado la vida y nos ha protegido cuando éramos jóvenes y vulnerables, proveyeron para nosotros y alimentaron nuestro crecimiento físico y espiritual. Hoy elevamos nuestras oraciones por nuestros padres y le pedimos a Dios que los ayude en sus necesidades… ¡en la Eucaristía y en las oraciones dirigidas al Padre, a través del Hijo y en el Espíritu Santo!