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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: November 13, 2015
Este es el 11º artículo de una serie de doce.
Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock
"Apriétense los lomos y enciendan sus lámparas," dice Jesús a sus seguidores en la parábola de los siervos vigilantes que esperan el regreso de su señor (Lucas 12,35-40). Las vestiduras típicas del tiempo de Jesús eran largas y ampulosas, lo que hacía fácil tropezar a cualquier paso que no fuera algo lento. Apretarse los lomos significaba que los siervos que estuvieran preparados para actuar rápidamente, tendrían que tener las vestiduras recogidas entre las piernas, con lo sobrante atado a su cintura. Por la noche sus lámparas tendrían que estar encendidas y listas para guiarlos en el camino.
El señor de la parábola regresa de una boda. No es cualquier señor, ni es cualquier boda. Es la boda prometida por el profeta Isaías, la boda que por fin, gozosamente, unirá a Dios como esposo con su pueblo, Israel.
"Ya no la llamarán 'Abandonada,' ni a su tierra 'desolada,' sino que ustedes harán mis delicias, y serán llamados 'tengo mis delicias en ella,' y su tierra será 'esposada.' Porque el Señor se complace en ti, y tu tierra será esposada. Porque así como un joven se desposa con una doncella, quien te hizo te desposará; y como el novio se goza en su novia así tu Dios se gozará en ti" (Isaías 62,4-5).
La parábola comienza con los siervos que esperan el regreso de su señor de la boda más significativa. Es su propia boda de la que regresa el señor, lo cual hace la preparación de los siervos mucho más urgente. Un señor que regresa de sus bodas está más que preparado para compartir su alegría con toda su casa, incluyendo sus siervos.
Pero si un señor regresa a su hogar (se supone que con su esposa) y los sirvientes no han hecho nada para prepararse, o lo que sería peor, se han emborrachado y golpeado a sus inferiores, el señor no tendrá más remedio que castigar a los sirvientes.
En gran manera, la parábola tiene un mensaje parecido a la parábola que se refiere a las vírgenes prudentes y las necias (ver Mateo 25,1-13). Pero aquellos a quienes se les cuenta esta parábola se sorprenderían al escuchar que los vigilantes serán premiados con un dramático cambio de papeles. El señor los invitará a sentarse a la mesa, mientras que él mismo se convierte en su servidor asistiéndoles. No es pequeña la sorpresa. De hecho, el propio Jesús, en Lucas 17,7-10, parece advertir a sus seguidores de que no esperen recompensas especiales por su servicio fiel:
"¿Quién de entre ustedes diría a su sirviente, que acaba de llegar de arar el campo o cuidar de los rebaños en los campos, 'Ven aquí inmediatamente y toma tu puesto a la mesa'? No le diría más bien, 'Prepárame algo de comer. Ponte el delantal y atiéndeme mientras yo como y bebo. Tú puedes comer y beber cuando yo termine'? ¿Está agradecido al sirviente porque hizo lo que se le había ordenado? Así debe ser con ustedes. Cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, digan: "Siervos inútiles somos: hemos hecho lo que debíamos".
Sin embargo, cuando miramos a la parábola de los Siervos atentos en Lucas 12, hay un giro más. Quizá porque el señor de esta parábola se ha hecho siervo de los siervos, Jesús da una explicación poco común a la parábola: el señor de la casa debe estar preparado en todo momento porque el ladrón no avisará de su llegada ni de cuándo se robará en la casa. Ya no es el señor de quien se espera el regreso. El esperado ahora es un ladrón que llegará sin previo aviso.
Estos giros son signos de que la parábola y su interpretación fueron editadas bajo inspiración para dirigirse a cualquier persona de la iglesia primitiva que se hubiera relajado en sus responsabilidades. Cuando Pedro le pregunta a Jesús si esta parábola se dirige a la multitud o más específicamente a sus apóstoles (12,41) Jesús le pide a Pedro que considere quién es el sirviente a quien el señor ha puesto a cargo de su casa. En la Última Cena, Cristo le dice a Pedro que su papel entre los apóstoles es el de fortalecerlos (Lucas 22,32).
A través de todos los giros y cambios de esta parábola, se pone en evidencia un mensaje que nos conviene mucho durante el tiempo de Adviento: ¡Estén preparados a la llegada del Señor!
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 14 de noviembre de 2015. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.