Teología III

Joel Brackett, Iglesia de San Vicente de Paúl, Rogers

Atiende el Seminario de San Meinrad, St. Meinrad, Indiana

Jesucristo, el pastor perfecto, busca salvar y transfigurar el alma de incluso sus ovejas más distantes. Crecí en una familia católica en Rogers, Arkansas, y el Señor me bendijo con padres fieles que me revelaron el amor, la misericordia y la verdad de Dios desde una edad temprana. Al madurar, empecé a cuestionar la veracidad de la fe Cristiana y, más bien, seguí una vida de bienes terrenales y fugaces y entendimientos distorsionados de la verdad.

Durante muchos años deseé paz y satisfacción y entretuve desesperadamente a casi todas las fuentes incorrectas. Durante mi primer año en la Universidad Hendrix, un compañero Protestante en mi equipo de fútbol inició estudios bíblicos semanales conmigo.

A través de estos nuevos encuentros con las Escrituras, la oración y el estudio personal, y la gracia del Espíritu Santo, las primeras semillas de fe plantadas por los sacramentos y mi familia fomentaron en mí una nueva fe y amor por Jesús. Sin embargo, todavía no había elegido abrazar por completo el Evangelio de Cristo que cambia la vida y renunciar a mi vida a tal verdad.

Duwan, otro compañero de equipo Protestante, también comenzó a experimentar la conversión personal y estaba llamando a mi puerta casi cada noche para discutir el cristianismo, mezclado con la no tan rara objeción a mi fe Católica. Francamente, no tenía la capacidad de defender la fe Católica en ninguna profundidad sustancial o con ninguna convicción racional o afectiva.

El verano siguiente, asistí a un programa cristiano de nueve semanas con cientos de otros estudiantes universitarios, junto con Duwan y mi amigo de los estudios bíblicos semanales.

Estos meses memorables me llevaron a mi renuncia definitiva a mi vida anterior de pecado y compromiso con una nueva vida en Jesucristo. Mis amigos continuaron cuestionando mi fe Católica nominal, y no tenía respuestas — me había convencido casi de los “errores” del Catolicismo y durante meses consideré seriamente abandonar la fe.

Duwan y yo decidimos pasar los siguientes meses estudiando las reivindicaciones Protestantes y Católicas, después de lo cual me dijo, “o ambos vamos a terminar católicos, o ambos vamos a terminar Protestantes”. Nuestras vidas pronto cambiaron para siempre.

Después de enamorarme de la fe Católica y descubrir la belleza de tales verdades sagradas y eternas, supe que quería dar mi vida a la Iglesia de alguna manera, y Duwan sabía que Dios lo estaba llamando a entrar en su Iglesia Católica. Durante mi segundo y tercer año en Hendrix, me encontré con el llamado del Señor para entrar en el seminario.

Cada día desde entonces, me he enamorado cada vez más de la vida de servicio sacerdotal, una vida de participación sacramental en el amor sacrificial de Cristo por el bien de su rebaño. Espero y rezo que algún día sea tu siervo como su sacerdote, viviendo mi vocación por el bien de tu salvación y la mía.

Cada día en el seminario ha sido una experiencia de aprendizaje en la que he llegado a una comprensión más profunda de mí mismo, de mis muchas debilidades, y de la bondad de nuestro Señor. A medida que avance en mi tercer año de teología, les ruego sus oraciones por mí y por mis hermanos seminaristas, y les aseguro las mías. Su apoyo continuo nunca deja de sorprendernos, motivarnos y traer alegría a nuestros días más difíciles, por lo que les agradezco enormemente.