Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo 2025

Publicado: June 22, 2025

El Obispo Anthony B. Taylor pronunció esta homilía en el Centro San Juan en Little Rock el 22 de junio de 2025.


Obispo Taylor

Una de las actividades pro-vida aceptada por casi todos es la de donar sangre. Ya que mi tipo de sangre es AB+, aquel del donante universal de plasma, di 5 galones de plasma, donándola una vez al mes durante años, hasta que fui rechazado por haber visitar demasiados países extranjeros. Lamento no poder donar porque dar la sangre es dar la vida y es una forma de expresar gratitud a Dios por la buena salud que me ha dado, y al mismo tiempo ser un buen administrador de este don para el beneficio de otros que necesitan sangre o plasma. Aunque no es divertido donar sangre — la aguja pica — está bien que no nos pagan por la donación, para que no la hagamos por interés. Tú y yo no estamos en venta, sino que nos damos de corazón.

Hoy celebramos la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, y hoy quisiera hablar del don de Jesús a nosotros en su Preciosísima Sangre en la Eucaristía. Nosotros pensamos en la sangre nada más como un componente muy importante de un cuerpo vivo, pero a la mentalidad bíblica, la sangre misma era viva y fue ella que le dio vida al cuerpo. 

 Nosotros pensamos en la sangre nada más como un componente muy importante de un cuerpo vivo, pero a la mentalidad bíblica, la sangre misma era viva y fue ella que le dio vida al cuerpo. 

De hecho, la sangre derramada se mantuvo viva, incluso después de que había muerto la persona. Después del asesinato de Abel por Caín, Dios dice que la sangre aún viva de Abel reclamaba venganza desde el suelo. Es por eso que los leyes judíos prohíben cualquier comida que contiene sangre — ¡no chorizo negro! La sangre es la vida y la vida es de Dios! La sangre de la Alianza que Moisés roció al pueblo en el Monte Sinaí estableció un vínculo vivo e irrevocable entre el pueblo y Dios, un vínculo todavía vivo que se extiende a todas las generaciones posteriores, ya que cada niño judío nace en la sangre de una madre que comparte este vínculo a través de una cadena ininterrumpida de madres que se remonta hasta aquellas que estaban presentes cuando la Antigua Alianza fue establecida en sangre.

En la Última Cena, Jesús tiene esta comprensión de que la sangre es vida al establecer la Nueva Alianza en su sangre. Por tomar su sangre, nos convertimos en hermanos y hermanas de Jesús  —  y en consecuencia, también entre nosotros — unidos profundamente a él y a los demás, la misma vida de Jesús corriendo ahora en nuestras venas. Como con la de Abel, esta sangre permanece viva aun después de la muerte del cuerpo de Jesús. Y sea cual sea nuestro origen familiar o composición genética, nos convertimos en una familia en Jesús porque ahora corre la misma sangre en nuestras venas. Y ya que Jesús es divino además de humano, su sangre es divina —  inmortal — ¡es por eso que la Eucaristía es el sacramento de la vida eterna! La sangre de Abel vivió por un tiempo después de la muerte de su cuerpo, pero ya que la sangre de Jesús es divina, la vida que contiene — y en la cual compartimos a través de la Eucaristía —  ¡nunca morirá!

Algunas personas son dadores y otras tomadores. Muchas personas no son elegibles para donar sangre y dan la vida de otras maneras. Pero hay también otras personas —  aun algunos que son pro-vida en otros aspectos —  que cuentan con buena salud y pueden donar sangre, pero no lo hacen — porque es una molestia o incluso "porque no hay nada para mí." Sin embargo, ¡puedes estar seguro de que no van a dudar en recibir una transfusión si su vida dependiera de ello!

En pocos minutos, tú y yo recibiremos la Preciosísima Sangre de Jesús, quien nos une consigo mismo y con los demás, estableciendo así un vínculo vivo entre nosotros, la misma vida de Jesús corriendo en nuestras venas. Jesús fue el dador más grande de todos; se dio por completo para nosotros y para todos. Demos gracias al Señor por sus muchas bendiciones, y llenos de su vida, pidamos que en imitación de Jesús y unidos con él, nosotros también seamos personas que nos damos para otros, a la mayor gloria de Dios. Jesús nos da su Preciosísima Sangre, su propia vida; y él quiere nuestra vida a cambio!