Sábado de la 29 Semana de Año 1

Publicado: October 23, 2021

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante una Misa para candidatos en formación diaconal en Subiaco el sábado, 23 de octubre, 2021.


Obispo Taylor

Hace 40 años había un libro titulado: "Cuando a la Gente Buena le Pasan Cosas Malas". En ese libro, el autor, el rabino Harold Kushner, aborda el mismo tema que Jesús en el Evangelio de hoy: el problema del mal.

Si Dios lo puede todo, puede protegernos del mal, y si Dios es amor, quisiera protegernos del mal. Entonces, ¿por qué nos permite sufrir?

La respuesta del Antiguo Testamento es que los malos resultados provienen de las malas acciones. Dios es justo: castiga el pecado y recompensa la virtud, por lo que se presume que cualquiera que sufre debe haber hecho algo malo para merecerlo.

Así lo tenemos todo en pocas palabras. Todos somos pecadores, no solo aquellos que ahora sufren las consecuencias de sus errores. Yo soy un pecador y también ustedes en formación para el diaconado son pecadores. Y Jesús vino a salvarnos todos — y hasta el más justo entre nosotros necesita la intervención salvadora de Jesús.

Fumas y te pega el cáncer. El problema es que algunos fumadores no contraen cáncer y algunos no fumadores sí. Jesús se ocupa de esta actitud de culpar a la víctima en el Evangelio de hoy.

“¿Piensan que los galileos asesinados por Pilato en el templo o los 18 aplastados por el derrumbe de la torre de Siloé ... eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? ¡De ninguna manera!”

Nosotros los llamaríamos víctimas inocentes, pero es aquí que Jesús nos sorprende: él presume que sí, ¡eran culpables! ¡Solo que no eran más culpables que nosotros!

Nosotros somos culpables igual que ellos; hasta ahora hemos tenido buena suerte, pero si no nos arrepintamos, pereceremos como ellos. Y luego Jesús usa una parábola para describir cuán limitada será esta suspensión del castigo que merecemos. Un hombre tiene una higuera que ya lleva tres años sin dar fruto, así que decide cortarla. Pero su jardinero lo convence de que espere un poco más.

Dice: “Déjalo también para este año, y voy a aflojar la tierra alrededor y echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré.”

Así lo tenemos todo en pocas palabras. Todos somos pecadores, no solo aquellos que ahora sufren las consecuencias de sus errores. Yo soy un pecador y también ustedes en formación para el diaconado son pecadores.

Y Jesús vino a salvarnos todos — y hasta el más justo entre nosotros necesita la intervención salvadora de Jesús.

Muchos de nosotros hemos recibido más de nuestra parte de buena suerte — nacidos en una buena familia, bendecidos con una esposa maravillosa, viviendo mucho mejor aquí en Arkansas que en nuestro lugar de origen, así que cuando vemos a aquellos que vienen de familias problemáticas con esposas corajudas y cuyos errores les han convertido la vida en un verdadero desastre, siempre debemos recordar: “Si no por la gracia de Dios, ahí voy yo”.

Y a sabiendas de que somos pecadores también nosotros, culpables quizás de algunos pecados grandes en el pasado y en todos modos, todavía sujetos a pecados leves en el presente ... incluso si nadie lo sabe, Dios lo sabe ... así que Jesús nos advierte que es mejor que nos arrepintamos de todo lo malo en nuestra vida ahora mismo mientras aún hay tiempo; de lo contrario, nosotros también pereceremos como ellos.