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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: August 2, 2014
El Obispo Anthony B. Taylor presentó este tema principal en la Parroquia de San Vicente de Paúl de Rogers el sábado 2 de agosto de 2014.
El Papa Francisco ha hecho el encuentro con Jesucristo en la Escritura un tema de suma importancia en su papado y la base para la Transformación Misionera de la Iglesia a la cual somos llamados hoy. De hecho, en su exhortación apostólica La Alegría del Evangelio, el cual es el tema de esta Conferencia Litúrgica en los Ozark, colocó la Escritura en el centro de la Nueva Evangelización, la cual comienza con la Iglesia misma. El Papa Francisco escribe:
No sólo la homilía debe alimentarse de la Palabra de Dios. Toda la evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada (¡en la Liturgia!) y testimoniada. Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización. Por lo tanto, hace falta formarse continuamente en la escucha de la Palabra. La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar. Es indispensable que la Palabra de Dios “sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial" (Verbum Domini 1). La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana. Ya hemos superado aquella vieja contraposición entre Palabra y Sacramento (entre la Escritura y la Liturgia). La Palabra proclamada, viva y eficaz, prepara la recepción del Sacramento, y en el Sacramento esa Palabra alcanza su máxima eficacia (Evangelii Gaudium 174).
En la producción de La Alegría del Evangelio, el Papa estaba construyendo sobre el trabajo del Sínodo de Obispos del 2008 y de la Conferencia General de obispos de América Latina del 2007 que se llevó a cabo en Aparecida, Brasil—cuyo documento conclusivo lo produjeron él y su comité. El Sínodo dijo que la Biblia debe inspirar todo la pastoral (Propuesta 30), pero Aparecida fue aún más allá. Estableció un plan para formar discípulos misioneros basándose en la “Animación Bíblica de la Pastoral del Pueblo de Dios”. Aparecida dice:
…Los discípulos de Jesús anhelan nutrirse con el Pan de la Palabra: 1) quieren acceder a la interpretación adecuada de los textos bíblicos, 2) a emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo, 3) y a que sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos. Por esto, la importancia de una “pastoral bíblica”, entendida como animación bíblica de la pastoral, 1) que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, 2) de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y 3) de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra. Esto exige, por parte de obispos, presbíteros, diáconos y ministros laicos de la Palabra, un acercamiento a la Sagrada Escritura que no sea sólo intelectual e instrumental, sino con un corazón “hambriento de oír la Palabra del Señor” (Am 8:11) (DA, 248)
La Animación Bíblica de la Pastoral del Pueblo de Dios
Entonces, ¿qué es la animación bíblica de toda la pastoral del Pueblo de Dios? Bueno si la vida pastoral es un árbol, su animación bíblica no es una de las ramas de ese árbol, paralela a las otras ramas de la actividad pastoral—ya sea la liturgia, la música, la educación religiosa, la pastoral juvenil, o cualquier otro ministerio. Más bien es la savia que fluye a través de todo el árbol, dando vida a cada una de las ramas y así animando toda la vida pastoral. Entonces:
Más bien, se trata de fundamentar todo lo que hacemos en el Evangelio--¡con alegría!--de acuerdo a la enseñanza de San Pablo en 2ª Tim. 3, 16-17: “Toda la Escritura ha sido inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para persuadir, para corregir y para educar en la rectitud, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer el bien”. Para los católicos este es un gran cambio en cómo entender la relación entre la Escritura y la vida y misión de la Iglesia.
El Papa Francisco enfatiza que la tarea más fundamental de la Iglesia es la proclamación del Kerigma: la muerte y resurrección de Jesús, lo cual nos libera del poder del pecado y de la muerte, y nos hace partícipes de su victoria. Esta proclamación del Evangelio nos invita a un encuentro personal con la misericordia y el perdón de Jesucristo, que a cambio nos llena con alegría y así produce en nosotros una pasión irreprensible para compartir este don con los demás en todo lo que hacemos. Esto conduce a una Iglesia que está permanentemente en un estado de misión y a estructuras de la Iglesia que están orientadas en la misión. Esto significa para nuestros propósitos de hoy: liturgia que fomenta un encuentro con Jesús, está arraigada en el Evangelio y está orientada en la misión; y música que fomenta un encuentro con Jesús, está arraigada en el Evangelio y está orientada en la misión. Y en todo caso, educación religiosa que fomenta un encuentro con Jesús, está arraigada en el Evangelio y está orientada en la misión; pastoral juvenil que fomenta un encuentro con Jesús, está arraigada en el Evangelio y está orientada en la misión--la alegría del Evangelio, la alegría de este encuentro con Jesús, guiándolo todo.
Para poner esto en contexto, recordemos que antes del Vaticano II, lo que fue llamado el “movimiento bíblico” se trataba principalmente de cómo conseguir que los católicos conocieran mejor la Biblia. En ese tiempo la mayoría de los católicos pensaban que la Biblia era territorio protestante y entonces se enfocaron en las devociones privadas en lugar que en la Biblia. Después del Vaticano II, el “movimiento bíblico” se organizó de manera concreta en la forma de programas específicos de estudio—como nuestro maravilloso Estudio Bíblico de Little Rock—aunque comenzó, en ese tiempo, como sólo una de las tantas iniciativas pastorales, incluyendo el ministerio de vida familiar, pastoral juvenil y ministerio de justicia social. Nuestra diócesis desarrolló diferentes oficinas para promover cada una de estas áreas de la vida de la Iglesia. Pero esto creó distorsión porque Dei Verbum—la gran Constitución sobre la Divina Revelación del Vaticano II—no había previsto el ministerio bíblico como sólo un programa o ministerio entre otros. Indicó que “toda la predicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura” (DV 21). La Escritura es la savia que nutre a todo el árbol.
Entonces lo que sucede es que el Papa Francisco está llamándonos a pensar sobre la Escritura de manera diferente. La razón por la cual los obispos de América Latina enfatizan que es la animación bíblica de la pastoral del Pueblo de Dios es que este no es sólo para especialistas bíblicos o liturgistas entrenados. Es la vocación de todos nosotros por virtud de nuestro bautismo, y todo comienza con un encuentro personal con Jesucristo, quien es la fuente de nuestra alegría, ya que se conecta con los deseos más profundos de nuestros corazones.
Piensen en Nicodemo y su ansia de vida eterna (Jn 3, 1-21); en la Mujer Samaritana y su anhelo de culto verdadero (Jn 4, 1-42); en el ciego de nacimiento y su deseo de luz interior (Jn 9) y en Zaqueo y su deseo de ser diferente (Lc. 19, 1-10). Aparecida nos recuerda que cada uno de ellos mostró su verdadero ser, con todos sus defectos—y sus anhelos más profundos—a Jesús, y fueron iluminados y recreados porque se “abrieron a la experiencia de la misericordia del Padre que se ofrece por su Palabra de verdad y vida. No abrieron su corazón a algo del Mesías, sino al mismo Mesías” (DA 249). ¡Esto es lo que debe ocurrir en todas nuestras liturgias! Este encuentro con el Señor nos pone en camino 1) para ser discípulos, 2) para vivir en comunión con nuestros compañeros creyentes, y 3) para dar testimonio del Reino de Dios y de la transformación de la sociedad. De ahí la importancia crucial de ese encuentro personal con Jesús. El Catecismo es una herramienta útil al servicio de nuestra fe, pero no somos salvados por lo que sabemos; ¡somos salvados por a quién conocemos! ¡Entonces nuestro enfoque debería estar en conocerlo a él, la fuente de nuestra alegría!
La Iglesia en América Latina ha desarrollado una estructura para fomentar la animación bíblica orientada en la misión de toda la pastoral del Pueblo de Dios centrada en tres “escuelas” de formación. La formación en todas estas tres áreas ofrece una base firme para todo lo demás de la pastoral del Pueblo de Dios. Las tres escuelas son:
La Escuela de Interpretación cuenta con dos componentes:
Traducción y Exégesis, para ayudarnos a entender lo que en realidad dice el texto, tomando en cuenta la manera en que comunica la Palabra de Dios en términos del contexto histórico, literario y religioso de sus autores humanos originales, e
Interpretación y Aplicación, para ayudarnos a descubrir lo que el texto significa hoy en día, tomando en cuenta nuestra propia realidad vivida. Esta es una tarea aún más difícil de lo que fue hace unas cuantas décadas atrás, dados los dramáticos cambios sociales a nivel mundial que nos alejan aún más del mundo de la Biblia. Déjenme darles dos ejemplos:
1) No hay verdad objetiva: Para grandes sectores de la sociedad ya no hay ningunas verdades objetivas: para mucha gente, toda la verdad es ahora subjetiva y relativa—“lo que me convenga”. Para ellos, no hay ninguna "Buena Nueva" más allá de ellos mismos. La Escritura dice: “El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría”, pero ahora mucha gente no tiene temor del Señor hoy porque ¿a qué Señor se le va a temer cuando la gente siente la libertad de rehacer la religión de acuerdo a sus propias preferencias y para validar sus propias tendencias? Y no hay ni siquiera el comienzo de la sabiduría cuando la gente siente la libertad de rehacer a Dios a su propia imagen y semejanza. Y ahora con tantas religiones y nuevas espiritualidades, muchas personas que de lo contrario serían católicos fieles han sido seducidos por el triste relativismo que ahora influye nuestra cultura, y han llegado a pensar que a pesar de su propio apego al catolicismo, es arrogante actuar como si nuestra religión sea mejor que cualquier otra. Así que no sorprende que tantos de sus hijos no permanecen en una Iglesia cuyas enseñanzas encuentran desafiantes, especialmente si no importa en realidad lo que creen, siempre y cuando crean en algo. ¡Esto tiene grandes implicaciones para la Liturgia! Para muchas de estas personas la religión ha dejado de ser la fuente de su alegría. Se ha convertido más bien en ser una mera herramienta útil para vivir, útil para criar a los hijos de tal manera que los mantenga alejados de los problemas—en vez que un lugar donde realmente pueden esperar tener un encuentro con Dios. Y así, piensan que la Misa debe centrarse en ellos: es su entretenimiento del domingo para ayudarles a sentirse bien acerca de ellos mismos—en vez que un lugar donde pueden buscar el perdón y renovar su compromiso para vivir por los demás como discípulos misioneros.
2) Individualismo. Para grandes sectores de la sociedad, la célula fundamental de la sociedad es ahora el individual, no la familia. La gente piensa: “Tengo el derecho de ser feliz”, sin importar lo que sus decisiones causan a sus hijos (por ejemplo el aborto o, menos drástico, el divorcio) y sin importar lo que su búsqueda de sus propios intereses egoístas causan al bien común. ¡Y obviamente esa actitud produce todo, menos la felicidad! De hecho, esto ha causado gran inseguridad en nuestra sociedad y una crisis profunda de identidad: ya no hay un sentido compartido del significado ni del propósito de la vida. ¿Por qué vivir por algo mayor que uno mismo si no hay nada mayor que uno mismo por qué vivir? Esto conduce a la desesperación y a muchos problemas sociales, comenzando obviamente con la cultura de las drogas, las crisis matrimoniales, la promiscuidad sexual, los desmedidos índices de suicidios, etcétera. Y aun así Dios ha colocado el deseo por un significado y propósito en lo más profundo del alma humana, y siempre que vivamos sin un significado y propósito nuestras vidas permanecerán desorientadas y descontroladas. La gente está convencida de que la ganancia de los demás será por necesidad a costa nuestra. Muchos estadounidenses ya no creen en un Dios todopoderoso capaz de crear situaciones en donde todos ganan para beneficiar a todos.
Esta es la realidad actual que tiene que tomarse en cuenta mientras tratamos de descubrir lo que el Evangelio tiene que decirnos hoy: 1) sobre nuestro ser verdadero, y 2) sobre el significado verdadero de la vida… y lo logra al facilitar un encuentro con el Señor resucitado, quien es la fuente de nuestra alegría.
Tenemos excelentes programas de estudio Bíblico en muchas de nuestras parroquias aquí en Arkansas, especialmente nuestro famoso Estudio Bíblico de Little Rock, el cual recomiendo mucho. Para que puedan servir eficazmente como una Escuela de Interpretación al servicio de la animación bíblica de la pastoral del Pueblo de Dios, necesitamos recordar que nuestro propósito principal al estudiar la Biblia es encontrar a Jesús en una manera aún más personal, profunda e intensa… ¡tanto con el corazón como con la cabeza! Esa es la base de todo lo que sigue.
La Escuela de Comunión y Oración
La Escuela de Comunión y Oración es el área de formación que se relaciona más de cerca a la liturgia, cuyo papel es promover la comunión con Dios y con los demás, y ahora vivimos en una sociedad en la cual la alegría de esta comunión es necesaria más que nunca.
Miren al mundo de hoy: Nunca antes habíamos tenido tantos medios de comunicación, y nunca antes había tanta gente sintiéndose tan sola. Muchos en nuestra sociedad han cambiado las relaciones interpersonales reales por una red lejana de “amigos” en internet que algunas veces ni siquiera son “conocidos” ya que en realidad nunca los han encontrado. Dichos amigos frecuentemente son sólo objetos de consumo, con quien no tenemos un compromiso verdadero ya que podemos quitarlos de la lista de nuestros amigos en cualquier momento con tan sólo presionar un botón— ¡y luego la gente se pregunta por qué sus vidas son tan vacías! En contraste, ¡perder un amigo verdadero es tan devastador que realmente nunca puedes superarlo! Hay que tomar esto en cuenta al tratar de descubrir lo que la alegría del Evangelio tiene que decirnos hoy en día. Esta es otra área donde la liturgia y la música litúrgica pueden hacer una contribución importante a la Nueva Evangelización a la cual todos somos llamados. Aquí hay una oportunidad para ver la letra de nuestros himnos, por ejemplo. ¿Hablan de individualismo enfocado en uno mismo, sólo produciendo sentimientos agradables, o sirven para construir puentes dentro de la sociedad y fomentar la comunión dentro de la comunidad? ¿Consuelan a los afligidos y afligen a los cómodos? o ¿Consuelan al cómodo y se olvidan de los afligidos?
La Escuela de Evangelización Inculturada
La Escuela de Evangelización Inculturada es el área de formación que nos prepara para ir hacia adelante como discípulos misioneros para proclamar el Evangelio en una manera que llene con alegría a la gente en la sociedad globalizada y tan secular. La globalización de la sociedad la cual nos afecta a todos no solamente se trata de la economía, mercados mundiales y comunicación electrónica, aunque esto es lo que escuchamos principalmente en la TV. Más importante es la manera en que la globalización ha cambiado la manera en que pensamos acerca de nosotros mismos y acerca de Dios—de la cual una de sus consecuencias mayores es el relativismo, de lo cual ya he hablado. En estos días todo es relativo, por eso ahora hay pocos universalmente aceptados valores morales de comportamiento. Ahora pueden justificar casi todo lo que quieran. Lo mismo es cierto para el impacto del secularismo, el cual conduce a una manera de pensar y actuar en la que Dios—y su plan de salvación—es considerado irrelevante. No hay “temor del Señor”, del cual ya he hablado. Esto despoja las realidades más importantes e íntimas de la vida de su alegría y de su significado más profundo: creando una división entre el sexo y la procreación, entre el poder y el servicio, entre el servicio y el bien común, entre la ética y el sacrificio, entre el bienestar y el dolor y la cruz, entre el fin y los medios.
La animación bíblica de la pastoral del Pueblo de Dios aspira a formar discípulos misioneros que estén llenos de alegría y absolutamente convencidos acerca de Dios y de su plan de salvación—convencidos, como mínimo, de que vivir sin Dios no es lo mismo que vivir con él. Un discípulo escucha la Palabra viva en la comunidad—incluyendo la Liturgia, la cual afecta tanto nuestros sentimientos como nuestro intelecto—de tal manera que como una “espada de doble filo” penetra las partes más profundas de nuestro ser, nuestros pensamientos y las intenciones de nuestro corazón (Heb. 4, 12). Cuando el Evangelio penetra nuestra vida de veras, pone en movimiento un proceso de conversión espiritual, en donde nos convertimos en testigos de lo “que el Señor ha hecho en mí” (Mc. 5, 19). Dense cuenta que ser un cristiano y ser un misionero lleno de alegría equivale a lo mismo porque nuestra vida ha sido transformada. Y por eso, en vista de nuestra misma identidad como misioneros de las Buenas Nuevas, somos llamados a prepararnos nosotros mismos continuamente en la Palabra de Dios para poder permanecer como siervos fieles de Jesús. Esto significa que nuestro trabajo en la evangelización no se trata sólo de revitalizar la fe de los creyentes rutinarios—a quienes tenemos acceso en la Liturgia, ¡aunque es muy necesario!—sino también de enviarnos desde la Liturgia para anunciar a Cristo en aquellos ambientes donde él es, en términos prácticos, un desconocido.
Conclusión
En conclusión quisiera enfatizar que mientras la Escuela de Comunión y Oración es el área de formación que más se relaciona al enfoque general de una conferencia litúrgica como esta, ustedes necesitan ser formados en todas las tres escuelas para poder tener una base firme en su ministerio litúrgico y de hecho en su propia vida espiritual—De ahí mi énfasis también en las Escuelas de Interpretación y Evangelización Inculturada. De ahí también la insistencia del Papa Francisco de que “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).