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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: July 28, 2018
El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante una Misa en la Gran Ultreya para participantes de Cursillo en la Iglesia del Inmaculado Corazón de María en North Little Rock (Marché) el sábado 28 de julio de 2018. Está basada en las siguientes lecturas: Sab 3,1-9; Sal 34; Rom 8,31b-39; y Jn 12,24-56.
Como creo que muchos de ustedes saben, el Vaticano ha aprobado incluir la fiesta del Beato Stanley Rother al calendario litúrgico de la Diócesis de Little Rock como una memoria libre y debido a su importancia para nosotros, he dado permiso para transferir esta conmemoración a las liturgias del fin de semana en nuestra diócesis este fin de semana del 28-29 de julio … de ahí las lecturas especiales del Común de Mártires elegidas para esta Misa.
Y pienso que verán que estas lecturas son especialmente apropiadas para un chico agricultor — de hecho un agricultor de trigo — quien dio su vida por Cristo: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto”.
El Beato Stanley, como innumerables mártires antes que él, fue fiel hasta el final y su amor sacrificial continúa produciendo mucho fruto.
Ustedes recordarán que en los días y meses antes de su muerte, el Beato Stanley sabía que las fuerzas de la maldad lo acechaban y lo mismo fue cierto aún más para Jesús. El Beato Stanley decidió asegurarse de que no se lo llevaran con vida para no decir nada bajo tortura para no poner en riesgo la vida de alguien más.
El pasaje del Evangelio es tomado de lo que en realidad es el equivalente de Juan de la Agonía en el Jardín que encontramos en los otros tres Evangelios. En Juan sucede como un discurso en público en medio de Semana Santa, después de que Jesús fue ungido en Betania para ser sepultado y de su entrada a Jerusalén el Domingo de Ramos, y antes de la Última Cena, y no después como se relata en los otros Evangelios.
Aquí Jesús está hablando sobre su “hora”. Ustedes recordarán que en los días y meses antes de su muerte, el Beato Stanley sabía que las fuerzas de la maldad lo acechaban y lo mismo fue cierto aún más para Jesús. El Beato Stanley decidió asegurarse de que no se lo llevaran con vida para no decir nada bajo tortura para no poner en riesgo la vida de alguien más.
Jesús habló sobre acercarse la “hora” de su gloria, elevándose de la tierra, acercando a todos hacia él — muriendo sostenido en una cruz. En ambos casos, el momento más espantoso de sus vidas sería su momento de mayor gloria. ¿Cómo puede ser esto?
Satanás hará lo peor pero no prevalecerá. Las autoridades romanas afirmarán su poder político y militar, pero su sentencia de muerte no tiene poder para tomar la vida de Jesús porque es sólo una idea tardía: él ya la ha ofrecido libremente — y por lo tanto ya no la pueden tomar.
Y lo mismo fue cierto en cuanto a las autoridades guatemaltecas y el Beato Stanley. Los líderes religiosos harán todo en su poder para callar a un hombre que proclama verdades que perjudicaban su autoridad y desenmascaraba su hipocresía, pero cuando se trataba de la palabra de Dios, Jesús no se quedaría callado. Él continuó proclamando la verdad de Dios sin dejarse intimidar. Y lo mismo hizo el Beato Stanley.
Ambos de ellos glorificaron a Dios porque “entregaron todo”. Jesús buscó agradar a Dios sobre todas las cosas, sin preocuparse demasiado en complacer a la multitud o a las autoridades, ni siquiera a sus propios discípulos. Jesús fue ese grano de trigo lleno de vida, el cual cuando fue plantado esa tarde de Viernes Santo, brotó el Domingo de Pascua y continúa dando fruto abundante inimaginable hoy.
Y lo mismo es cierto en una manera mucho más modesta en cuanto al Padre Stanley. Jesús fue una semilla que fue plantada hace 2000 años que ha producido 2 billones de cristianos hoy — 1.2 billones de los cuales son católicos. El Beato Stanley fue otra semilla que fue plantada hace 37 años y desde entonces su parroquia ya ha producido 9 sacerdotes después de 434 años de no tener vocaciones en absoluto. ¡Y piensen en los otros billones de cristianos que nos han precedido en el curso de más de 100 generaciones de creyentes en los últimos 20 siglos!
Pero saben, este crecimiento abundante ha ocurrido en parte debido al hecho de que en cada una de estas 100 generaciones, la semilla ha sido plantada nuevamente para producir la próxima cosecha.
Ustedes y yo somos esa semilla hoy, y glorificaremos a Dios si nos “entregamos completamente” como lo hizo Jesús y el Padre Stanley, abrazando nuestras propias cruces con amor abnegado como lo hicieron ellos. Estas cruces no son adversidades que no habríamos podido evadir de cualquier manera — cada quien enfrenta adversidades y no hay nada especialmente redentor sobre sólo soportar los problemas inevitables de la vida.
No, estas cruces son adversidades que podríamos haber evitado pero decidimos no hacerlo porque abrazarlas es lo que requiere la fidelidad a Dios. Hacerlo significa que, como Jesús, nosotros también buscamos hacer la voluntad de Dios en todo, no sólo nuestra propia voluntad o cediendo a la presión bien intencionada de nuestra familia o de nuestros amigos. ¡La voluntad de Dios viene primero!
El Beato Stanley regresó a Guatemala a pesar del temor que sentían sus amigos y a pesar de la fuerte oposición de su familia. Es sólo haciendo la voluntad de Dios primero que lograremos cumplir nuestra misión que nos ha dado Dios en la vida y haremos nuestra parte en vencer al poder del pecado y de la muerte en el mundo en que vivimos hoy.
Satanás puede hacer lo peor y, así como con Jesús, aparentar hacernos un gran mal, pero no podemos prevalecer si no estamos unidos plenamente al Señor. Si ustedes ofrecen su vida plena y libremente al Señor, nadie podrá tomar tu vida porque ustedes ya la han entregado.
Si ustedes proclaman la verdad de Dios sin dejarse intimidar, nadie podrá callarlos. Oh, ¡esto conducirá a una cruz, pero es allí donde yace el poder de Dios y es abrazando la cruz con amor abnegado que glorificaremos a Dios!
“Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto”.