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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: May 24, 2018
“Ante todo, guárdame este buen depósito de fe, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Se las confío hoy. Por ella los introduciré dentro de poco en el agua y los sacaré de ella. Se las doy como compañera y patrona de toda vuestra vida” — San Gregorio Nacienceno.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que la Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. “Es el misterio de Dios en sí mismo” (Núm. 234). Dios se nos ha revelado a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él es tres personas en un solo Dios. Los tres puntos principales de la enseñanza de la Iglesia son:
La Trinidad es Una — “No confesamos tres dioses, sino un solo Dios en tres personas … Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios …” (Núm. 253).
Las Personas Divinas son Realmente Distintas entre Sí — “El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede” (Núm. 254).
Las Personas Divinas son Relativas Unas a Otras — “Porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras …” (Núm. 255).
Esto puede sonar abrumador y difícil de comprender porque lo es. Es imposible comprender plenamente este misterio. Sin embargo, debemos tratar porque Dios se reveló a sí mismo de esta manera. En el Evangelio de Juan, vemos que Jesús revela su naturaleza Trinitaria a sus discípulos.
“Jesús les dijo a sus discípulos: ‘todavía tengo muchas cosas que decirles, pero no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les dijo: Él recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’” (Juan 16, 12-15).
Aunque no es lo mismo, contamos con ejemplos en nuestra experiencia humana para ayudarnos a comprender. En “La Sagrada Familia, la Santísima Trinidad, y Tú”, Gretchen Filz explica las semejanzas entre la Trinidad y la familia y cómo el amor es el centro de ambas. “Cuando reflexionamos sobre la naturaleza de la Santísima Trinidad, vemos que la familia humana misma nos enseña sobre Dios. La Trinidad es una unidad de amor abnegado de tres personas divinas – Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo – en un ser divino. Su unión de amor es procreativa, en que la Santísima Trinidad trajo creaturas a la existencia para compartir su amor divino por toda la eternidad.
"La Trinidad es una unidad de amor abnegado de tres personas divinas – Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo – en un ser divino. Su unión de amor es procreativa, en que la Santísima Trinidad trajo creaturas a la existencia para compartir su amor divino por toda la eternidad."
“De la misma manera, un esposo y una esposa son una unión de amor abnegado y procreativa. Por lo tanto no es solamente el hombre y la mujer que portan la imagen de Dios individualmente, sino también la familia humana misma, porque juntos forman una unión de amor de donde procede el fruto de los hijos. Por este motivo el Papa Benedicto XVI llama la familia humana un ícono de la Santísima Trinidad… Cuando un hombre y su esposa desean crear hijos para compartir su amor, es algo como el deseo de la Santísima Trinidad de crearte a ti y a mí”. Para leer más, visite Getfed (en inglés).
En ACI Prensa podrá encontrar recursos e información adicional que explican qué es la Santísima Trinidad. También nos ofrece 12 claves para comprender el dogma de la Santísima Trinidad.
El Padre es proclamado como Dios numerosas veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, en las epístolas de San Pablo se narra lo siguiente: “¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación (…)”. (2ª Cor. 1,3). “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos" (Ef. 4, 5-6).
La Biblia también demuestra que el Hijo es Dios. Esto es proclamado en varias partes del Nuevo Testamento, incluyendo al comienzo del Evangelio de San Juan: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios (…) Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único, en él todo era don amoroso y verdad”. (Jn. 1, 1. 14). También: “Después dijo a Tomás: ‘Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree’. Tomás exclamó: ‘Tú eres mi Señor y mi Dios’” (Jn. 20, 27-28).
El Espíritu Santo es Dios y así lo afirman las Escrituras. En el libro de Hechos, el Espíritu Santo es retratado como una persona divina que habla y que a la que no se le puede mentir: “Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: ‘Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado’” (Hechos 13, 2). “Pedro le dijo: ‘Ananías, ¿por qué has dejado que Satanás se apoderara de tu corazón? Te has guardado una parte del dinero; ¿por qué intentas engañar al Espíritu Santo? Podías guardar tu propiedad y, si la vendías, podías también quedarte con todo. ¿Por qué has hecho eso? No has mentido a los hombres, sino a Dios’” (Hechos 5, 3-4).