Día de Todas las Almas 2022

Publicado: November 2, 2022

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en el Cementerio Calvary en Little Rock el miércoles, 2 de noviembre de 2022.


Obispo Taylor

Hace años me dijeron que había un sacerdote en Oklahoma que algunas veces comenzaba las Misas de funeral diciendo: “Estamos aquí reunidos hoy para orar por fulano de tal quien ha pasado de esta vida y, Dios mediante, ha logrado llegar de manera segura al purgatorio”.

Como podrán imaginar, esto no funcionó muy bien, pero entiendes su concepto: oramos por los muertos y creemos que los muertos pueden beneficiarse con nuestras oraciones. De hecho, eso es algo especial de los funerales católicos: nos reunimos para orar por las personas fallecidas, no solamente para celebrar su vida, como si eso fuera todo lo que hay.

Nosotros comenzamos cada Misa, excepto las Misas de funeral, con un rito penitencial en el cual reconocemos que somos pecadores y pedimos a Dios que nos perdone.

Nuestra separación no solamente es temporal — algo que todos los cristianos reconocemos. Sino también es solamente una separación física, porque espiritualmente no estamos separados del todo — por lo tanto nuestras oraciones por las personas fallecidas nos unen a través de la barrera entre esta vida y la próxima, y la intercesión de los santos nos une también a través de la barrera entre el purgatorio y el cielo.

En los funerales también pedimos a Dios que nos perdone (en el Cordero de Dios y en otros momentos)  pero el rito penitencial es reemplazado por el rito de recepción del cuerpo a la entrada de la Iglesia, rociando el cuerpo con agua bendita como recordatorio del bautismo, a través del cual la persona fallecida fue liberada del poder del pecado y de la muerte, y por las oraciones durante la Misa con las cuales reconocemos que la persona fallecida es un pecador o una pecadora y por lo tanto ¡pedimos a Dios que lo perdone o la perdone!

Lo cual hace que se sienta realmente raro cuando asistimos a un funeral que parece como una Misa de canonización en vez que una Misa en la cual hemos venido a pedir la misericordia de Dios por nuestro ser querido. Si las Misas de funeral de la Madre Teresa y del Papa Juan Pablo II incluyeron todas nuestras oraciones tradicionales para pedir la misericordia de Dios, ¿acaso no tiene sentido que el resto de nosotros que evidentemente no somos tan santos pudiéramos necesitar un poco de la misericordia de Dios también?

Es también por eso que tenemos el Día de Todas las Almas — lo cual no encontrarán en aquellas Iglesias cuyos funerales son meramente celebraciones de una vida, sin pensar que la persona fallecida pudiera beneficiarse de algunas oraciones. Y aunque oramos espontáneamente por los seres queridos fallecidos en sus aniversarios de muerte, en el Día de Todas las Almas elevamos nuestras oraciones también por todos aquellos que no tienen a nadie que ore por ellos — ¡una hermosa expresión de la comunión de los santos!

Oramos por el bienestar espiritual de innumerables personas que pudiesen estar en el purgatorio a quienes nunca hemos conocido, pero a quienes nos unimos en la fe y en el cuerpo místico de Cristo: somos la iglesia militante, luchando todavía en contra del mal en esta vida, orando por la iglesia sufriendo en el purgatorio, con la iglesia triunfante de aquellos que ya han alcanzado el cielo e interceden por nosotros y por las pobres almas en el purgatorio.

Una de las cosas que me he dado cuenta en el transcurso de los años es que la gente de fe — y en particular los católicos que realmente viven su fe — lloran la muerte de diferente manera, y la celebración de hoy apunta hacia una de las razones por qué … a saber, porque la muerte realmente no nos separa de manera definitiva o permanente.

Nuestra separación no solamente es temporal — algo que todos los cristianos reconocemos. Sino también es solamente una separación física, porque espiritualmente no estamos separados del todo — por lo tanto nuestras oraciones por las personas fallecidas nos unen a través de la barrera entre esta vida y la próxima, y la intercesión de los santos nos une también a través de la barrera entre el purgatorio y el cielo.

Así que hoy, unidos con todos los ángeles y los santos, elevamos nuestras oraciones a Dios no solamente por el eterno descanso de aquellos que han partido antes que nosotros, sino también por su participación eterna en la gloria del reino de Dios … ¡a la cual ya pertenecieron en esta vida y en la cual todos esperamos participar plenamente en la próxima!