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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: November 1, 2022
El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de San Judas Apóstol en Jacksonville el martes, 1 de noviembre de 2022.
Todos nosotros hemos subido escaleras y sabemos por experiencia propia que es más fácil subir una escalera que bajarla. Al subir puedes ver hacia dónde vas y el reto principal es pasar de la escalera al techo sin perder la escalera.
Bajar de ella es mucho más difícil. Es más difícil volver a la escalera que bajarse de ella y luego tienes que bajarte sin poder ver hacia dónde vas. Puedes caer si te saltas un peldaño o si piensas que has llegado hasta abajo antes de llegar realmente. Es mucho más difícil bajar una escalera que subirla.
Nosotros los estadounidenses valoramos el éxito y los padres de familia hacen todo lo que pueden para motivar a sus hijos a tener éxito, que en sí mismo es algo bueno. Desafortunadamente, esto muchas veces se traduce a mucha presión para sobresalir, como si el final de la escalera es donde se encuentra la mayor felicidad: movilidad ascendente (hacia arriba).
Felicidad verdadera se encuentra no en la cima solitaria de la escalera, sino en la base bien poblada de la escalera. La felicidad no llega con el éxito en este mundo, sino con el servicio humilde.
Admiramos el éxito de este mundo como si fuera una gran hazaña. Pero en realidad, subir una escalera no es tan difícil — la gente lo hace todo el tiempo. De hecho, la mayoría que lo trata puede subir por lo menos unos cuantos peldaños de la escalera corporativa en el curso de su carrera.
Elegir libremente bajar de una escalera es mucho más difícil. Pero en las bienaventuranzas, Jesús desafía la sabiduría convencional declarando que la movilidad descendente (hacia abajo) es el camino a la felicidad, no la movilidad ascendente. Esa felicidad verdadera se encuentra no en la cima solitaria de la escalera, sino en la base bien poblada de la escalera. La felicidad no llega con el éxito en este mundo, sino con el servicio humilde.
Y, sin embargo, resistimos bajar de la escalera porque somos inseguros y no podemos ver hacia dónde vamos o qué nos estará esperando cuando lleguemos allí. Bajar de la escalera para volverse más pobre según como el mundo juzga la riqueza, menos importante según los estándares de este mundo, hambrientos de Dios, compasivos, alguien que persuade a la gente para llevarse bien, alguien que es malinterpretado por hablar la verdad.
En las bienaventuranzas, Jesús nos enseña que esa movilidad descendente nos guiará a la alegría del reino de Dios. Y, ¿cuáles son los pecados, las malaventuranzas, que son lo opuesto de las bienaventuranzas? Bueno …
Pecamos cuando elegimos actitudes que nos conducen hacia arriba de la escalera, lejos de la alegría, lejos de Dios, lejos de la santidad que celebramos en este Día de Todos los Santos. En las bienaventuranzas, Jesús nos indica la dirección de la escalera que nos conduce a Dios y, por lo tanto a la felicidad genuina: a ese estado donde nos desprendemos de las cosas materiales, nos comprometemos emocionalmente, nos volvemos humildes, abnegados, misericordiosos, enfocados en lo que Dios quisiera, pacientemente persuasivos, tomando riesgos por la verdad valientemente.
Éste es el verdadero camino hacia la felicidad que Jesús y todos los santos marcan para nosotros, y que puede alcanzarse solamente a través de la movilidad descendente, convirtiéndonos en el siervo de todos.