31º Domingo del Tiempo Ordinario, Año C 2022

Publicado: October 30, 2022

El Obispo Anthony B. Taylor celebró Misa en la Iglesia de San Judas Apóstol en Jacksonville el domingo, 30 de octubre, 2022. Él no predicó la siguiente homilía, la cual preparó para esta fecha, el 31º Domingo del Tiempo Ordinario, Año C.


Obispo Taylor

Tú y yo sabemos los nombres de las personas que nos importan, aun de aquellos que no conocemos personalmente. Sabemos el nombre del papa y de famoso políticos americanos porque ellos nos importan; no sabemos los nombres del rey de Noruega ni del obispo de Oslo porque no nos importan.

Conocemos a los primos, a los compañeros de trabajo, y a los vecinos que nos importan — y no conocemos a los que no.

En el Evangelio de hoy hay un detalle que tal vez no notaste: Jesús sabía el nombre de Zaqueo. Zaqueo no era el tipo de persona que conocían normalmente los hombres santos. Era el recaudador de impuestos y así un agente de los odiados romanos, un colaborador que se enriqueció al explotar a su pueblo, un traidor avaro.

Jesús sabe tu nombre y quiere compartir tu vida también. Te ama y te acepta tal como eres, sin poner condiciones. Lo único que tienes que hacer es decir: ¡Sí! — si todavía no lo has hecho — y él te visitará en tu casa y compartirá también tu vida, pero para reciprocar su amor, tendrás que recibirlo en tu corazón como lo hizo Zaqueo.

Pero por algún motivo le importaba a Jesús, y a pesar de ser un hombre malvado, Zaqueo ya había escuchado decir que Jesús aceptaba a los pecadores y por eso se sintió atraído a Jesús. De hecho, tuvo tanta hambre espiritual que terminó por hacer una cosa increíblemente indigna: subió a un árbol, algo que haría tal vez un niño, ¡pero seguramente no el agente principal de impuestos del imperio más poderoso del mundo!

Pero Zaqueo ya había dejado de preocuparse de lo que pensarían los demás; ¡ya era odiado por ellos! Lo único que le importaba era poder ver a Jesús, quien podría perdonarle, darle un nuevo inicio, un camino de salida del fracaso que era su vida. Y cuando Zaqueo le escuchó a Jesús llamarle por nombre — a él en particular y no sólo a todos en general — aprendió no sólo que le importaba a Jesús, sino que también quiso visitarlo en su casa y compartir su vida — ¡lo único que él tuvo que hacer era decir: ¡Sí!

Pero Zaqueo no se detuvo allí. Jesús lo amó y lo aceptó sin poner condiciones, pero Zaqueo sabía que tendría que hacer algunos cambios en su vida para poder reciprocar ese amor, y yo creo que lo quería hacer desde hace mucho, aunque sin hacerlo hasta entonces — ¿tal vez creía que no podía? Tendría que buscar empleo honesto que sin duda le pagaría menos, y hacer nuevos amigos que le apoyaran en vivir una vida honesta, y tal vez tenía miedo que al hacer esos cambios, terminaría pobre y solitario.

Pero en el interior de su corazón, sabía que ya era pobre y solitario espiritualmente, así que cuando Jesús le invita a compartir su vida, eso le daba la oportunidad que necesitaba para pedir perdón, enmendar su vida y regresar al buen camino. Repara su avaricia al donar la mitad de sus pertenencias a los pobres y restituir cuatro veces el dinero extorsionado a otros. Zaqueo acogió a Jesús no sólo en su casa, sino también en su corazón.

¡Y lo mismo puede suceder en tu vida! Jesús sabe tu nombre y quiere compartir tu vida también. Te ama y te acepta tal como eres, sin poner condiciones. Lo único que tienes que hacer es decir: ¡Sí! — si todavía no lo has hecho — y él te visitará en tu casa y compartirá también tu vida, pero para reciprocar su amor, tendrás que recibirlo en tu corazón como lo hizo Zaqueo.

Y para hacer eso, tal vez tendrás que hacer algunos cambios también en tu vida. Y los primeros pasos hoy son los mismos que hace 2000 años: pedirle perdón a Jesús, enmendar tu vida y regresar al buen camino. Jesús te llama por nombre porque le importas a él. ¡Y por tu respuesta veremos si él te importa también a ti!