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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: June 5, 2020
La solemnidad de la Santísima Trinidad se celebra la semana después de Pentecostés. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que la Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. “Es el misterio de Dios en sí mismo” (Núm. 234). Dios se nos ha revelado a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él es tres personas en un solo Dios. Los tres puntos principales de la enseñanza de la Iglesia son:
Esto puede sonar abrumador y difícil de comprender porque lo es. En su homilía del 2019 sobre la Trinidad (en inglés), el Padre Antony Kadavil relató una historia de cómo San Agustín trató de comprender el gran misterio de la Trinidad. Él caminaba por la orilla de la playa cuando vio a un niño vaciando agua del mar desde una concha hacia un pequeño hoyo en la arena.
Él le preguntó al niño qué estaba haciendo y el niño respondió: “Estoy tratando de vaciar el agua del mar en este hoyo”. Cuando San Agustín le dijo al niño que eso sería imposible, el niño respondió: “Lo que estás tratando de hacer — comprender la inmensidad de Dios con tu mente pequeña — es aún más imposible”. Luego desapareció. No fue un niño sino un ángel enviado por Dios para enseñarle una lección al santo.
Luego, San Agustín escribió: “‘Tú ves la Trinidad cuando ves el amor’. Según él, el Padre es el amante, el Hijo es el amado y el Espíritu Santo es el amor que mantiene unidos a los dos. Esto significa que podemos comprender algo del misterio de la Santísima Trinidad más fácilmente con el corazón que con nuestra mente débil. Evagrio Póntico, un monje griego del cuarto siglo procedente de lo que actualmente es Turquía en Asia y que luego vivió su vocación en Egipto, dijo: ‘Dios no puede ser captado con la mente. Si Dios pudiera ser captado, Dios ya no sería Dios’”, dijo el Padre Kadavil en su homilía.
En su homilía del 2015, el Obispo Anthony B. Taylor explicó la Trinidad de manera similar. “El amor del Padre se derrama en la creación y mantenimiento del mundo. El amor del Hijo se derrama en su sacrificio abnegado para nuestra salvación. Y el amor del Espíritu se derrama para fortalecernos y unirnos cuando enfrentamos tentaciones y desafíos que aún se nos presentan. El amor de Dios es dinámico, lleno de poder y siempre relacional — la fuente de nuestra vida, de nuestro ser, de nuestra salvación y de nuestra esperanza en la vida eterna.
“Hoy ustedes y yo somos invitados a reconocer que así como Dios es relacional hasta el mismo centro de su ser, así también nosotros ya que fuimos creados por este Dios relacional. Así como la esencia de la naturaleza divina de Dios es el amor, así también — de una manera más limitada — la esencia de nuestra naturaleza humana es el amor también.
“Y somos más plenamente humanos sólo cuando éste amor nos caracteriza a cada uno de nosotros para ser relacionales en todo el sentido de la palabra. Si nos invertimos nosotros mismos en los demás y ellos en nosotros, entonces este amor también creará — para gloria de nuestro Dios Trino y para la construcción de su Reino. Nuestra fe no es estática en lo más mínimo. ¡Dios está haciendo cosas poderosas en nuestro mundo y se nos da una parte en su trabajo, al igual que se nos dará finalmente una parte en su victoria!” Lea su homilía.