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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: January 21, 2016
Este es el 2º artículo de una serie de trece.
Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock
Muchos líderes espirituales han observado que la experiencia de pérdida y el sentirse abrumados por el dolor nos lleva al borde de lo que significa ser humanos e, irónicamente, también nos abre más a la experiencia del Misterio que conocemos como Dios. Quizá estos momentos crudos de la vida nos llevan a ponernos delante de Dios de manera honrada e incluso peligrosa.
Los salmos del pueblo de Dios expresan situaciones humanas de amargura y rivalidad, alegría y esperanza en un lenguaje directo y sin ningún deseo de aparecer de otra manera. Quizá desearíamos sentiros cómodos con el mundo y en paz con lo que nos rodea, pero nuestra experiencia de vida nos enseña que muy a menudo nos sentimos desequilibrados o incluso abandonados.
Los salmistas claman a Dios exigiendo que los escuche, suspirando por una respuesta y esperando ser transformados. Este es el lenguaje y la emoción de una relación crucial para la búsqueda humana de sentido; es el lenguaje de un pueblo desposado con un Dios que encarna la misericordia y el amor fiel.
Dios hizo una alianza con su pueblo en el desierto, la renovó durante la monarquía cuando se asentaron en Israel y la renovó de nuevo a su regreso del exilio en Babilonia. Esta relación de alianza estaría marcada por los rasgos del propio Dios: derecho, justicia y misericordia.
La misericordia de la que hablamos en esta relación se expresa en la palabra hebrea "hesed," que también se podría traducir como "amor fiel" o "fidelidad amorosa" o incluso "lealtad". Hesed no es simplemente un estado o un sentimiento, sino algo que se hace por otra persona. Dios muestra misericordia y nosotros debemos mostrar misericordia.
En el Salmo 118, el principio y el final son iguales: “Den gracias al SEÑOR porque es bueno, porque es eternal su misericordia.” El salmista pasa entonces a describir cómo en momentos de peligro, Dios, y solamente Dios fue digno de confianza. Dios mostró misericordia y fidelidad al venir en auxilio de Israel que estaba rodeado de enemigos, proporcionando fuerza y poder que salvó al pueblo. Mostrar misericordia es una acción en favor de otro.
El Salmo 89 comienza con un verso que afirma el mensaje de dos maneras para dejarle claro a Dios que la fidelidad divina es necesaria incluso cuando parece que los reyes de Israel han sido derrotados. “Cantaré por siempre tus misericordias, SEÑOR, y proclamaré tu fidelidad a todas las generaciones.” La misericordia y la fidelidad son los eternos atributos de Dios, atributos que Israel suplica se pongan en práctica a su favor.
De manera parecida, en el Salmo 90, cuando la comunidad escogida de Dios está en apuros, las palabras de la oración se dirigen a recordarle a Dios que sea fiel y misericordioso para con su pueblo. Sienten la ira de Dios y confiesan su propio pecado y claman: “¡Ten piedad de tus siervos! Por la mañana, llénanos de tu misericordia ... muestra tus obras a tus siervos” (vv 13, 14, 15). De nuevo, la misericordia es acción.
El himno de lamentó más profundo de la Escritura se podría decir que es todo el libro de Lamentaciones. Escrito en un momento en que los líderes de Judá habían sido exiliados por sus enemigos de Babilonia, Lamentaciones se puede leer como un largo cántico funerario. La ciudad real de Jerusalén ha sido destruida y su templo está en ruinas. Parece que el pueblo de Dios ha sido abandonado, que su Dios no puede competir con la Marduc, la deidad de Babilonia.
El pueblo lamenta su pérdida y acepta el exilio como castigo de su propio pecado, pero están confusos, ya que Dios parece estar ausente cuando están en mayor problema. El escritor describe la burla que habían debido escuchar de un pueblo extranjero, aquellos que solamente ven la pérdida pero no conocen su gloriosa historia.
De este sentido crudo de pérdida, surgen palabras de gracia en 3,22-23: "Las obras de misericordia del SEÑOR no se han agotado, Su compasión no se ha gastado; Se renuevan cada mañana ― !qué grande es tu misericordia!"
Quizá, cuando nos encontramos hundidos hasta el fondo, se necesite un amanecer para recordar que la oscuridad no es nuestra única amiga (Salmo 88,19). Como el pueblo de la antigüedad, nosotros también podemos acurid a la misericordia de Dios y confiar que Dios convierta la misericordia en acción. Y luego prepararnos para obrar en misericordia nosotros también.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 23 de enero de 2016. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.