Respuestas no tan sencillas para votantes católicos

Publicado: September 1, 2016

Padre Taryn Whittington · Prefecto de la Casa de Formación

— Publicado el 14 de octubre, 2016 —

Padre Whittington sostiene un doctorado en filosofía de la Universidad Baylor. Él enseñó filosofía en la Universidad Malone en Canton, Ohio antes de ingresar al programa del seminario en la Diócesis de Little Rock. Él fue ordenado al sacerdocio en mayo 2016. Lo siguiente aborda las preguntas frecuentes sobre la elección 2016 desde una perspectiva católica.

¿Cómo debería sentirse un católico sobre esta temporada electoral?

Ha sido una extraña y desalentadora temporada en la vida política de nuestro país, con el discurso público cayendo a lo más bajo que jamás hayamos presenciado. Para los católicos, que tienen una gran estima por la vida pública, esta elección ha sido especialmente decepcionante. La esencia casi ha desaparecido de los debates. Los temas que cubren el vacío se han convertido en algo casi vergonzoso, o simplemente inapropiado, como para mencionarlos explícitamente en un periódico o sitio Web diocesanos. Pero no estoy diciendo nada que otros no hayan dicho ya, hasta el punto de agotamiento.


Usted dijo que los católicos tienen una gran estima por la vida pública. ¿Qué quiere decir con esto?

La Iglesia católica, tomando prestado de las aportaciones de Aristóteles, ve a los seres humanos como unidades esencialmente políticas o sociales, pero no aisladas. El gobierno puede ser, desde este punto de vista, un medio para mejorar el mundo que compartimos. Por lo tanto los católicos tienen la obligación de considerar el bien común y no sólo sus intereses personales cuando emiten su voto. En otras palabras, el gobierno no es solamente un mal necesario sino una expresión de la naturaleza humana.


¿Qué hay del principio de la subsidiariedad? ¿Puede hablar al respecto?

De acuerdo al principio de la subsidiariedad, lo cual respalda la Iglesia, las decisiones deben tomarse lo más cerca posible a las personas que impactan. El gobierno local generalmente atiende mejor los problemas locales que un gobierno remoto y centralizado. Los oficiales locales pueden ver los problemas más de cerca. Habiendo dicho eso, el gobierno local puede ceder, como cualquier otra institución, a la injusticia y a la corrupción, y algunas veces un nivel de gobierno mayor debe intervenir. Vimos esto en Little Rock, durante la crisis de integración en la Preparatoria Central. Saber cuándo debe intervenir una autoridad mayor es una cuestión difícil y requiere de mucha prudencia.


¿Hemos presenciado en esta elección una pérdida de confianza en la vida pública?

Creo que sí. Pero el público ha estado desilusionado con la política por mucho tiempo, lo cual ayuda a explicar el tenor de esta elección. No estamos viviendo en un tiempo de optimismo. Los problemas que enfrentamos parecen intratables. Vemos el ahuecamiento de las economías industriales, que alguna vez proporcionaron un ingreso sólido para las personas de la clase media sin una educación universitaria; el fracaso de la reforma de inmigración para ganar terreno en la política; la persistencia de la desigualdad racial en todo el país; el mal estado de las escuelas y el costo aterrador de un título universitario; y la polarización de la población misma, lo cual hace del compromiso continuo algo casi imposible, sin tener nada que decir del verdadero logro.


¿Qué temas deberían ocupar el primer lugar cuando voten los católicos?

La mayoría de los católicos pondrán el aborto en primer lugar, y con justa razón. Pero no necesitas ser una persona religiosa para entender la postura católica sobre el aborto. Alguien sin religión puede entender que la vida humana existe dentro del vientre. Extender la protección legal a esa vida después del nacimiento y no en el momento antes es arbitrario. Este tema es especialmente grave porque tiene que ver con nuestra disposición para proteger la vida humana desde su estado más vulnerable. Esto pesa mucho en cada elección.   


Algunos se detienen aquí y dicen: Voten por el político que se opone al aborto legal. No se compara con ningún otro tema.

Sí, por supuesto.  Aun así, pienso que ellos necesitan considerar todo el panorama. Aquí está una pregunta que deberíamos hacer: ¿Acaso no hay nada realmente que un candidato pueda decir o hacer lo cual le cueste mi voto, siempre y cuando él se oponga al aborto legal?  Si la respuesta es “no’, entonces ¿dónde está el límite? ¿Cuán equivocado tiene que estar en asuntos de grave preocupación y cuán malo tiene que ser su carácter antes de que yo decida negar votar por él?


Entonces, ¿debemos evaluar los temas y votar por el menor de los males?

No, no estoy hablando sobre elegir el menor de los males, porque nunca podemos elegir el mal intencionalmente. Es por eso que es inequívocamente erróneo elegir un candidato porque él o ella es pro-aborto. Sin embargo, uno podría concluir que un candidato horriblemente equivocado en este tema gobernará mejor en general, o que por lo menos se asegurará de que los otros mayores males no ocurran. Un votante podría también elegir al Congreso a personas de otro partido para modificar o mantener vigilada la agenda del presidente — especialmente cuando se trata de los nombramientos a la Corte Suprema. Contamos con un sistema de revisiones e instancias por lo cual deberíamos estar agradecidos. Y podemos emitir nuestro voto por un candidato sin dar a esa persona nuestra lealtad incondicional. No tenemos que apoyar todo lo que nuestro candidato apoya, y después de la elección podemos (y probablemente deberíamos) hablar y actuar en contra de ciertas partes del problema. Es imposible, en cualquiera de los casos, apoyar cualquier partido totalmente y a la misma vez cumplir con la enseñanza de la Iglesia Católica sobre asuntos morales y sociales.


¿Está permitido no votar en absoluto?

Los obispos encarecidamente instan la participación en la vida política del país, una postura que se deriva desde la gran estima de la Iglesia por la vida pública.  Optar no hacerlo es tanto una decisión política como el emitir un voto y una decisión problemática al respecto. Como dicen los obispos: “En la Tradición católica, el ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral …” (Formando la Conciencia para Ser Ciudadanos Fieles: Un Llamado a la Responsabilidad Política).


¿Ha comprometido el partidismo político el testimonio de la Iglesia en el mundo?

Pienso que sí. Una vez que elegimos un campo político, tendemos a aceptar una plataforma política partidista y simpatizar con eso en lugar que con la enseñanza social de la Iglesia. ¿Qué sucedería si los católicos, una gran presencia en los dos partidos principales, presionaran por un cambio en las áreas donde la enseñanza católica entra en conflicto con la doctrina del partido? No se trata de convertir un partido político en un brazo de la Iglesia sino trabajar con otras personas — de orígenes muy diversos — para crear una sociedad más justa, tal como entendemos esa frase. Los demócratas católicos necesitan contar con la postura absoluta de su partido en cuanto al aborto y los republicanos católicos necesitan preguntarse cómo podemos apoyar y valorar a las personas después del nacimiento. Sé que esto suena idealista en el amargo final de una oscura temporada política, pero si los ciudadanos católicos aportaran una visión mayor a la política, quizá podríamos ampliar la cultura política en este país. Quizá podríamos ayudar a que nuestra política sea menos polarizada y más (¿me atrevo a decirlo?) inspirada. Necesitamos convertirnos en la sal de la tierra, pero no lograremos esa misión si aceptamos ideologías políticas obsoletas. Cuando eso ocurre, definitivamente comprometemos nuestra misión en el mundo. Cuando la ideología que aceptamos cae en el descrédito, nosotros también caemos.


¿Qué si ningún partido principal ofrece un candidato por el cual pueda votar?

También podemos ver fuera de los dos partidos que dominan el sistema político estadounidense y ver si existe un partido que tiene más en común con (o plantea menos amenazas a) la enseñanza social católica. Esto también requiere que lo juzguemos cuidadosamente: ¿Sería un voto por un tercer partido equivalente a optar no votar en la elección o pasar la victoria a un candidato de un partido principal quien, a fin de cuentas, amenaza más el bien común? Aquí ampliamos la discusión, pero las opciones continúan siendo difíciles.


Para aprender más sobre el enfoque católico en la vida pública, vea “Aprende, ora, discierne y vota a conciencia” o lea la homilía sobre la Ciudadanía Fiel 2016 del Obispo Anthony B. Taylor.